El mes de pasantía de Banksy en Nueva York concluye con un triunfo por goleada y aclamación para el artista callejero, que ha convertido la ciudad en un lienzo abierto y libre, la ha dejado engalanada con más de veinte hermosas e imaginativas obras; organizado acciones de protesta contra la explotación laboral y el fast-food (en concreto contra la cadena McDonald); denunciado la grosera estulticia del mercado del arte tradicional de los marchantes, las galerías, los museos y las élites artísticas, y ganado la batalla contra el alcalde y multimillonario empresario Michael Bloomberg, que había dado orden tajante a su Policía de detener al grafitero.

Dos de los últimos movimientos del sagaz y anónimo muralista han cerrado con un adecuado colofón el proyecto Better Out Than In (Mejor afuera que dentro). Hace unos días Bansky se coló en la sucursal de la calle 23ª de Gramercy House Works, dedicada a la venta de objetos de segunda mano cuya recaudación va para proyectos de ayuda a homeless y portadores del VIH, y dejó dentro en el escaparate el óleo The banality of the banality of evil (La banalidad de la banalidad del mal), un cuadro de un paisaje idílico y hortera que estaba en el interior de la tienda y que el artista vandalizó allí mismo incluyendo la figura de Hitler contemplando la campiña.

La pieza, que podría alcanzar un precio de venta de 300.000 dólares (más de 200.000 euros) será subastada para emplear el dinero en obras sociales, ha sido "un gran gesto, algo realmente especial" y "una de las mejores cosas que nos han sucedido en mucho tiempo", ha declarado al diario The New York Post la portavoz de Housing Works Rebecca Edmondson. "[Banksy] Puede ser controvertido, pero no hay controversia en que ha hecho algo bueno por una buena causa", añadió.

El segundo gran movimiento de Banksy en sus últimas días en Nueva York ha sido más polémico: propuso una columna de opinión al periódico The New York Times, el más influyente de los EE UU, sobre el nuevo rascacielos (One World Trade Center) que será construido en donde se alzaban las Torres Gemelas destruidas en el 11-s. Aunque el diario se negó a publicar la pieza de Banksy, el artista la colgo en su web, imitando la maquetación del diario. El títular dice: "El mayor adefesio de la ciudad no es el graffiti, argumenta Banksy, sino la construcción en la Zona Cero".

Aunque se trata de un tema especialmente sensible en la ciudad y el país entero, Banksy no deja de lado su sarcasmo y afirma que el nuevo edificio, al que llama "rascacielos tímido", es "un desastre" y "una traición a todos los que perdieron sus vidas el 11 de septiembre porque claramente proclama que los terroristas vencieron".

Añade que la pobreza de diseño del One World Trade Center y la escasa elegancia de la construcción son pruebas de que podría  ser "algo que habrían podido construir en Canadá" y que demuestra que "los días gloriosos de Nueva York ya han pasado". Banksy propone dos alternatrivas a los planificadores urbanos: construir otro edificio que tape el nuevo o bien permitir que los grafiteros embellezcan el One World Trade Center.

La presencia del inglés en Nueva York ha sido criticada por artistas locales de grafiti y taggers, que consideran a Banksy un artista urbano, un género que relacionan con los barrios en alza entre la alta clase media porque revaloriza las propiedades y no es agresivo. Durante las pasadas semanas abundó en la ciudad una pintada muy clara: "Banksy go home" ("Banksy vete a casa").