La Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI, en sus siglas en inglés) alertó del aumento de las ideologías extremistas como consecuencia de la inestabilidad financiera, y constató que con la crisis se ha incrementado la búsqueda de "chivos expiatorios".

En el informe anual sobre sus actividades, la ECRI, mecanismo dependiente del Consejo de Europa, indicó que se ha observado "una intensificación de la violencia racista y de los discursos de odio contra los grupos vulnerables", en particular contra los gitanos y los musulmanes.

Los partidos xenófobos, según ese resumen, consiguen cada vez más adeptos, y es posible trazar un paralelismo entre el mayor uso de Internet por parte de esas formaciones y el alza de la violencia de carácter racista. Esa entidad se hace eco del problema que el racismo presenta en el deporte, y en particular en el fútbol, el "más afectado por el mismo", y que le hace pedir a federaciones, clubes y asociaciones de seguidores la elaboración de un "código de conducta" para hacerle frente.

La ECRI, centrada en la lucha contra el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia, se dijo también "extremadamente preocupada" por el extremismo de derechas y por los movimientos antimusulmanes y antisemitas, y pidió a los países europeos que asuman su "identidad multicultural".

El informe, que no profundiza en la situación de cada uno de los 47 Estados del Consejo de Europa, sino que ofrece en términos generales sus conclusiones sobre el pasado año, alerta sobre la intensificación de las declaraciones de odio en Internet, y sobre la "veneración persistente de símbolos e ideologías fascistas". "Esas manifestaciones públicas amenazan con alimentar el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia", indica el texto, que hace especial hincapié en la intolerancia "omnipresente" hacia el colectivo gitano.

La ECRI considera además que el miedo al Islam sigue siendo "alimentado y manipulado", y pide ante esta situación un debate "regular y constructivo" entre las autoridades de cada país y los representantes de esa comunidad. No obstante, recomienda no tachar como una "infracción" la difamación religiosa, porque esa medida, a su juicio, "es contraria a la libertad de expresión y podría generar violencias más graves contra las minorías religiosas".