Ángela Molina recibe la medalla de oro de la Academia de Cine por toda su carrera

  • Ha trabajado con cineastas como Luis Buñuel, Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Almodóvar, Fernando Colomo y Ridley Scott.
  • En referencia al éxito de la Fiesta del Cine, la actriz defendió los bajos precios y ha remarcado que "el público, cuando puede permitírselo, llena las salas".
  • "El Gobierno debería replantearse el IVA cultural", dijo.
La actriz Ángela Molina posa con la medalla de oro de la Academia de Cine.
La actriz Ángela Molina posa con la medalla de oro de la Academia de Cine.
Zipi / EFE
La actriz Ángela Molina posa con la medalla de oro de la Academia de Cine.

Emocionada, con los ojos humedecidos, y luciendo unas canas que no teme mostrar, ya que para ella no son más que "marca de la experiencia", la actriz Ángela Molina recibía este miércoles la medalla de oro de la Academia de Cine como reconocimiento a toda su carrera, cuarenta años de profesión en los que ha trabajado con cineastas de la talla de Luis Buñuel, Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Almodóvar y Fernando Colomo.

"Voy a coger esta bellísima medalla que es de todos vosotros. Sin mis compañeros, esta medalla no existiría porque ellos son los que me han traído a este momento", dijo la actriz en el momento de recoger el galardón de manos del presidente de la Academia de Cine, Enrique González-Macho, quien definió a Ángela Molina como "uno de esos milagros que ocurren de vez en cuando en el cine español".

Precisamente hacia Gonzalez-Macho fueron dirigidos sus primeros recuerdos a la hora de agradecer el premio. "Me acuerdo de Enrique, que está aquí presente, de cuando yo era jovencita y me dejaba entrar gratis a los cines Renoir... Porque él ya debía de saber que yo estaba empezando a rodar algunas películas", rememoró con cariño.

En esos primeros años, su carrera ya parecía abocada al éxito. Su primera película fue No matarás, de 1974, y poco después, en 1977, Luis Buñuel la elegía para protagonizar, junto a Fernando ReyEse oscuro objeto del deseo, el largometraje que le dio renombre internacional y le abrió las puertas a la industria cinematográfica europea. "Traspasó fronteras y empecé a trabajar fuera", recordó la actriz.

Después llegaron muchos otros grandes nombres: con Manuel Gutiérrez Aragón —para quien también ha tenido unas palabras tras recoger la medalla— afianzó su carrera gracias a películas como Camada negra o La mitad del cielo (cinta que recibió la Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián), trabajó con Fernando Fernán Gómez en Esquilache, con Francisco Rabal en El hombre que perdió su sombra, con Marcello Mastroianni en Le voleur d'enfants, con Viggo Mortensen en Gimlet, y con Gérard Depardieu y Sigourney Weaver en 1492: La conquista del paraíso, de Ridley Scott.

Tardó en darle el sí a Pedro Almodóvar, pero después lo hizo por partida doble, primero con Carne trémula, en 1997, y más de una década después en Los abrazos rotos.

De toda su trayectoria, son precisamente esas personas con las que ha trabajado con lo que se queda Ángela. "Lo más importante, lo que me hace estar más orgullosa de mi trabajo, han sido mis compañeros de profesión", aseguró. Esas relaciones de amistad y compañerismo se han vuelto aún más intensas en los momentos de crisis. "En estos tiempos difíciles, de baja producción, estamos unos en aras de otros, apoyándonos. Nos sentimos muy unidos", explicó.

También señaló que, debido a las circunstancias, todos están haciendo "más cosas a nivel de calle, más teatro, más televisión". Ella misma acaba de grabar dos series de televisión, en México y en Roma, y es una de las protagonistas de la exitosa Gran Reserva.

En cuanto a sus películas, no es capaz de decidirse por ninguna: "A todas las amo como a hijos. Cada una tiene un lugar en mí que es especial".

Ángela tampoco dudó a la hora de opinar sobre el gran éxito de la Fiesta del Cine, tres días (21, 22 y 23 de octubre) en los que los cines de toda España se han llenado de gente deseosa de adquirir entradas por 2,90 euros. "El público nunca falla cuando no se le ponen trabas. Sería preferible que las entradas tuvieran un precio razonable. La cultura debería estar al alcance de la mano de cualquiera. La generamos nosotros, es nuestra, y no habría que ponerle ningún tipo de obstáculo, como los elevados precios", argumentó Molina. "El Gobierno debería replantearse el IVA cultural. Creo que está a punto de hacerlo", añadió en tono de broma ingenua, arrancando las risas de los presentes.

"Si en vez de pretender cobrar mucho y vender poco, que fuera al revés, cobrar poco y que la gente pudiera ir, que fluyera la historia natural del cine, que como se puede ver el público, cuando puede permitírselo, llena las salas, qué más belleza que eso, que esté el cine al servicio de su público: eso sería muy sano para nuestra cultura", aseveró.

La última película de Ángela Molina fue Blancanieves, de Pablo Berger, en la que interpretaba a Doña Concha, antigua bailaora abuela de la bella protagonista. Ahora, en noviembre, viajará a Marruecos para rodar una película. Más allá de eso, es difícil de saber: "No sé lo que me deparará el futuro porque no soy Dios, pero confio mucho en lo que vendrá. Hay muchas cosas que quiero hacer y tengo ilusión".

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