«Cayó Berlín, caerá Bil’in»

Palestinos, grupos internacionales e israelíes llevan más de un año manifestándose cada viernes contra el muro de seguridad.
Soldados israelíes conteniendo la manifestación pacífica en Bil’in. (Javier Rada).
Soldados israelíes conteniendo la manifestación pacífica en Bil’in. (Javier Rada).
Soldados israelíes conteniendo la manifestación pacífica en Bil’in. (Javier Rada).
Reminiscencias de cómic. Por la energía de un pueblo de 1.600 habitantes que se resiste a la ocupación de sus tierras. Por una aldea que se enfrenta a un ejército que los supera en número y armamento. Porque «están locos los romanos», como dirían estos Asterix y Obelix, de piel oscura y ánimos airados.Un icono de resistencia. Cada viernes, desde hace casi dos años, Bil’in, localidad rural cercana a Ramala, se enfrenta pacíficamente al muro de seguridad que parte sus tierras. Ha acabado convirtiéndose en un emblema internacional. «Viene gente hasta de China», explica Mustapah Jatib, vecino del pueblo, armado con una bandera palestina con la que piensa ‘abofetear’ el rostro del primer soldado que encuentre.

Este muro ha ocupado el 60% de sus tierras agrícolas, su único sustento. Detrás de las alambradas, los soldados y las tanquetas, puede verse un asentamiento judío en construcción: los nuevos propietarios.

La manifestación empieza en la mezquita. Tras el rezo, un centenar de personas se reúne en las puertas, alzando pancartas y banderas. Un golpe de viento puede significar grave peligro: en noviembre, un activista francés fue herido en la pierna con munición real. Aunque lo usual sean las pelotas metálicas cubiertas de goma, gases y bombas de estruendo.

«Cayó el de Berlín, tumbaremos el de Bil’in», gritan en árabe mientras se dirigen por una tenue carretera, cruzando olivares, hacia el muro.

Unidos sin distinción de etnia o religión, el grupo cuenta con palestinos e internacionales– de la ONG Internacional Solidarity Movement (ISM), o españoles de Paz Ahora, entre otros– así como activistas israelíes. Como cada viernes, día santo de los musulmanes, los soldados están preparados.

Tocando las puertas del muro se encuentra la casa de Adibeh, una mujer septuagenaria que ha visto cómo su patio desaparecía por la valla. Gracias a una denuncia ante un tribunal de Jerusalén, logró que la retiraran un par de metros. «Los soldados no me dejan colgar la ropa, los colonos roban mis olivas. Pero no pienso moverme de aquí», afirma. Es un lema común en esta aldea: «No vamos a emigrar», dice Jatib.

Metros más abajo los ánimos se encienden. Gritos, golpes. Algunos palestinos llevan ramas de olivo como símbolo de su lucha. Intentan arrastrar las alambradas con sus manos. Los soldados responden, y los internacionales se lanzan sobre el detenido para evitar la paliza. «Nos dan con palos por todo el cuerpo», explica Manshoor, del ISM. Amnistia Internacional ha denunciado la situación de los manifestantes en Bil’in.

Un joven árabe, en silla de ruedas, acompaña la marcha como un espectro: en la segunda intifada (2000) una bala le dejó paralítico. En pleno campo, las detonaciones informan que ha empezado la lluvia de piedras. Los adolescentes se arman con hondas. Los soldados disparan balas de goma, los niños caen y el gas cubre los campos. El día que visité Bil’in, cuatro menores fueron ingresados en el hospital de Ramala.

«La mili cambió mi mentalidad», dice Alejandro, un judío de Tel Aviv. «Era sionista, y pensaba que luchábamos contra terroristas, pero estuve en la marina en Gaza, y vi que en realidad hacíamos operaciones de castigo. Por eso vengo aquí».

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Qué...

Muro de seguridad israelí. Con el pretexto de impedir el paso a los suicidas palestinos, esta valla en Cisjordania, que en algunos tramos es un muro de hormigón prefabricado de hasta siete metros de altura, discurre en más de un 80% dentro del territorio palestino. Ha dividido las tierras de los árabes, separando familias, e incluso aislado pueblos. A su vez, sirve para proteger los asentamientos judíos. La ONU ha condenado el muro.

Quién...

Presión internacional. La ONG ISM lleva años denunciando esta situación. www.palsolidarity.org

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