Los dos acusados niegan haber lanzado el cohete que costó un ojo a una joven jerezana en 2007

El juicio por la explosión del cohete que en la Nochevieja de 2007 provocó que la joven Rocío Vázquez perdiera su ojo izquierdo en la barriada rural jerezana de Los Albarizones ha quedado este jueves visto para sentencia después de que los acusados M.C.G. y F.J.C.P, padre e hijo, hayan negado ante el juez que fueran ellos los que lanzaron el artefacto.

El juicio por la explosión del cohete que en la Nochevieja de 2007 provocó que la joven Rocío Vázquez perdiera su ojo izquierdo en la barriada rural jerezana de Los Albarizones ha quedado este jueves visto para sentencia después de que los acusados M.C.G. y F.J.C.P, padre e hijo, hayan negado ante el juez que fueran ellos los que lanzaron el artefacto.

En el juicio, que se ha celebrado en el Juzgado de lo Penal número 1 de Jerez de la Frontera (Cádiz), F.J.C.P. ha explicado que era la "primera vez" que tiraba un cohete para "festejar" la entrada del nuevo año y que, aunque llegó a colocar varios con su padre "en una barandilla" para lanzarlos, finalmente "solo encendió uno" y en dirección "para abajo".

Asimismo, a preguntas del fiscal, ha señalado que cuando llegó a la plaza donde la Policía intervino material de pirotecnia un día después, "había más de 50 personas" y en la barandilla donde él colocó los suyos había "12 o 13 más" artefactos apoyados en este mismo soporte procedente de otros jóvenes de la barriada que también los tiraron esa madrugada.

De igual manera, ha señalado que no presenció el momento en el que uno de ellos explotó sobre la cara de la víctima, a la que había visto previamente, y que se enteró de lo ocurrido "cuando empezó la gente a chillar y a correr", acercándose en ese momento a la puerta de la casa de la joven "para auxiliarla".

Previamente, ha señalado que la había saludado a ella y a su madre —a las que conocía del barrio— después de haber explotado una traca de petardos a las puertas de la tienda que él regentaba a unos 20 metros de la casa de la familia de la víctima.

Posteriormente, su padre ha señalado que adquirió siete cohetes con un vecino suyo en una tienda de Lebrija el día 23 de diciembre y que esa noche "no pensábamos tirarlos", pero se animaron al ver a "más gente" lanzándolos en la plaza, aunque finalmente "no llegamos a colocarlos en la barandilla ni a encenderlos" al ver "toda la juventud que había".

Asimismo, M.C.G. ha negado que el ladrillo que portaba esa noche y con el que lo vieron varios testigos fuera para colocar los cohetes y ha advertido que lo cogió para "estirar" la traca que explotó su hijo en otro punto de la barriada antes del suceso.

Además, ha precisado que en el establecimiento donde los adquirió no le pusieron trabas "porque era mayor de edad" y que, nada más ocurrir los hechos, ellos mismos, como vecinos y "amiga" que era de sus hijos, recogieron a Rocío del suelo y "les acompañamos al hospital".

En la vista también ha declarado la joven, que ha dicho que no fue "en ningún momento" a la plaza desde la que se lanzaban los cohetes, explicando que salió a la puerta de casa a felicitar a una vecina y fue entonces cuando "vio pasar" a los dos acusados con un amigo hacia la plaza de la barriada donde vio "de lejos" a "mucha gente".

Rocío Vázquez también ha explicado que lleva más de diez operaciones en su rostro y está pendiente de varias más, sigue en tratamiento psicológico desde que ocurrieron los hechos y, debido a la lesión, tiene reconocida una minusvalía del 48 por ciento.

En el juicio también han declarado varias vecinas de la joven y su madre, que han resaltado que "en la vida" habían visto el "bombardeo" de petardos y cohetes de ese año, mientras que la vecina que estaba con la víctima ha señalado que tuvo que "agacharse" cuando vio venir "una pelota de fuego" que finalmente impactó contra el rostro de Rocío.

Por su parte, el agente instructor de las diligencias policiales ha relatado al juez que, tras realizar las diligencias y tomar declaraciones a los testigos, concluyeron en que la "mayoría" de los cohetes que se encendieron esa noche en la plazoleta —situada "a unos 40 metros" de la casa de la chica— eran "principalmente" de los dos procesados, y que incluso el padre los había vendido en su bar días antes.

En el juicio, el fiscal también ha ordenado "librar testimonio" contra dos testigos, vecinos de la barriada, por si su actuación incurriera en un delito de falso testimonio. Éstos han asegurado "no recordar nada", pese a que en las declaraciones en Comisaría y el juzgado afirmaron haber visto a los dos imputados lanzando los cohetes "en dirección horizontal".

En la exposición de las conclusiones, Fiscalía y acusación particular han solicitado que el juez dicte una sentencia condenatoria contra los dos acusados por un presunto delito de lesiones con imprudencia con una pena de dos y tres años de cárcel, incluyendo una indemnización para la joven por los daños físicos y morales causados.

La defensa, por su parte, ha solicitado la libre absolución de los dos procesados al entender que lo ocurrido responde a una "fatalidad" y a un hecho "accidental".

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