Existen aún fórmulas de viaje que permiten sentirse en comunión con paisajes increíbles desde el respeto y conocer culturas lejanas sin degradarlas. Eso es lo que propone la ruta marítima del MS Fram por la costa oeste de Groenlandia.
Groenlandia es la isla más grande de nuestro hemisferio y en un 85% está permanentemente recubierta de hielo. En la costa oeste, a la que es cómodo llegar en avión desde Copenhague, se concentran algunos de sus rincones más hermosos.
El viaje garantiza el espectáculo de los glaciares, en especial el Eqip Sermia, los ice fiords como el Kangia, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2004, y los icebergs que salpican todo el recorrido del barco de exploración.
El moderno MS Fram ha sido diseñado para navegar por aguas árticas. Su interior, confortable y decorado al estilo tradicional, permite gozar cómodamente la travesía y disponer de todo lo necesario para cada etapa del viaje.
La compañía Hurtigruten, de la que forma parte el MS Fram, pertenece a AECO, una asociación cuyo objetivo principal es asegurar que los cruceros de expedición en el Ártico se llevan a cabo con la máxima consideración hacia el medio ambiente y las culturas locales.
En tierra, se pueden disfrutar las excursiones a las montañas que rodean Sisimiut, conocer la bicentenaria Qequertarsuaq, que vivió en siglos pasados de la industria ballenera y hoy acoge la Estación de Investigación Ártica. Visitar Uummannaq y Ukkusissat, pueblos de cazadores y pescadores inuits situados en parajes de singular belleza.
También llegar hasta el centro de la bahía de Disko, también llamada el corazón de Groenlandia, y desembarcar en Ilulissat, cuyo impresionante ice fiord tiene su origen en el glaciar Jakobshavn, uno de los más productivos del hemisferio norte.
La ruta aún continúa hasta Itilleq, un pueblito delicioso situado a poco más de 200 metros del Círculo Polar, que destaca por el espectacular entorno de montañas y glaciares, pero también por su insólita pasión futbolera: es obligado jugar contra el equipo local, que golea al visitante sin compasión.
El regreso a Europa se hace desde Kangerlussuaq, que por su situación en el mapa facilita una última excursión para acercarse hasta el casquete de hielo que recubre la isla y avistar por el camino al buey, al zorro y al caribú.
A todo esto se le puede añadir el encanto singular que posee el sol de medianoche, que en la parte central de Groenlandia dura desde finales de marzo a finales del verano. Es decir, que durante cinco meses al año, en Groenlandia la belleza del paisaje puede contemplarse 24 horas al día. Eso sí, servida con mucho hielo.
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