Los nuevos 'reality shows' cambian y pierden la inocencia

  • Han pasado del sensacionalismo al calado social.
  • La feria MIPCOM, en Cannes, ha mostrado el futuro del género.
  • "Tienen la sartén por el mango, y pueden cambiar la sociedad", dice una especialista televisiva.
Plató de 'Gran Hermano catorce'.
Plató de 'Gran Hermano catorce'.
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Plató de 'Gran Hermano catorce'.

Los reality shows, terreno vinculado tradicionalmente con el sensacionalismo derivado de programas como Gran Hermano, han perdido con el paso de los años la superficialidad de sus inicios, para vincularse con temática de mayor calado social. Así lo demuestran los programas más prometedores de la próxima temporada, presentados en Cannes durante la inauguración de la feria MIPCOM por parte de la consultora The Wit, encargada de destapar los formatos que abren camino.

El italiano Mission, que se estrenará en noviembre, lleva por ejemplo durante 15 días a seis famosos a trabajar con los "olvidados del mundo", en lugares tan poco televisivos como orfanatos de la India o campamentos de África o Haití.

Y el británico Why don't you speak english?, cuya difusión comenzó en julio, reúne durante una semana a cuatro inmigrantes de primera generación con una familia nativa para aprender el idioma del país de acogida y, con esa convivencia, contribuir al acercamiento y al derribo de los estereotipos.

También en Inglaterra, We all pay your benefits, enfrenta a cuatro contribuyentes con cuatro demandantes de empleo, algunos de ellos de larga duración, para explorar sus respectivas vidas y ser más conscientes de dónde proceden o adónde van dirigidas las ayudas.

Acordes con los cambios en la sociedad y con una mayor sensibilidad, están preparados igualmente el estadounidense Generation Cryo, en el que una adolescente concebida a través de una donación de esperma emprende la búsqueda no solo de su padre, sino de los hasta 15 hermanastros surgidos de esa donación.

Alejado del escándalo espera también triunfar el holandés Buddy for hire en el que una persona que no está haciendo nada destacable con su vida se une a otra discapacitada incapaz de hacer cosas por sí misma, para decidir al final de ese episodio si esa amistad televisiva continúa una vez alejadas las cámaras.

Estos formatos aprovechan además el potencial de las nuevas tecnologías y de las redes sociales, en programas como el sueco Crime Central, que se estrenó en agosto, y que permite a la audiencia colaborar en la resolución de delitos a través de la interacción directa con la policía.

No faltan los experimentos sociales que dispararon los índices de audiencia hace más de una década, pero los lugares a los que se somete a los participantes a una convivencia extrema distan de tener las comodidades de antaño.

El holandés Utopia, que aspira a superar los límites de Gran Hermano y comenzará a difundirse el próximo enero, une durante un año a 15 participantes en una granja con poco más que una vaca, 20 pollos y 25.000 euros con los que sacar adelante el negocio. "Ellos ponen las reglas. ¿Serán capaces de crear una nueva sociedad?", se preguntó la fundadora de The Wit, Virginia Mouseler, gurú del sector y una de las pocas que en este encuentro, que se inauguró este martes y se clausura el jueves, consigue llenar siempre el patio de butacas.

Con un estilo diferente pero similares penurias llegará también el holandés The Kamaras love you, en el que varios famosos comparten vida con una tribu africana, sin saber que algunos de sus integrantes son actores profesionales encargados de llevar su experiencia al extremo.

Como una nueva vuelta de tuerca a los formatos que aprovechan el atractivo del amor está igualmente disponible desde este mes el danés Married at first sight, en el que seis solteros y solteras se casan con un completo desconocido y hacen vida común durante un mes, al término del cual deciden si seguir adelante o firmar el divorcio.

Y siguiendo la estela del éxito de los concursos de canciones, se suceden programas como The band rules, en el que la orquesta decide si el candidato merece una nueva oportunidad, dejando o no de tocar, o el hispano-mexicano Sing it, sell it, en el que el propio participante escribe su canción e intenta venderla.

Formatos, todos ellos, que intentan durante estos cuatro días encontrar nuevos canales de distribución, en una cita que reúne a cerca de 13.000 participantes y unos 4.500 compradores, lo que confirma su predominio como la principal feria del sector.

Pocos cambios en España

En España siguen funcionando muy bien formatos clásicos como Gran Hermano, Operación Triunfo o Supervivientes, aunque de vez en cuando también surge interés por los realities y los talent shows originales y con cierto tono de ayuda, ya sean propios o importados de otros países. Así nació la versión española de Pesadilla en la cocina (La Sexta), en la que el chef Alberto Chicote ayuda a mejorar su negocio a propietarios de restaurantes que están de capa caída.

Con una idea similar, se ha estrenado este septiembre en La 1 Código Emprende, un programa que intenta mostrar, a través de historias personales, que cualquier idea se puede convertir en un proyecto para ganarse la vida y pretende fomentar la idea de que en España se puede crear empleo. Se basa en las experiencias de 6 nuevos empresarios que, asesorados por un experto, pretenden conseguir dinero para crear puestos de trabajo.

Dos espacios que ya pueden considerarse clásicos de la televisión española y que han recibido abundantes elogios por su enfoque social son Supernanny —del que actualmente sólo se emiten reposiciones— y Hermano mayor —cuya sexta temporada está en pleno rodaje—, ambos de Cuatro. En el primero, la psicóloga y educadora infantil Rocío Ramos-Paúl enseña a los padres técnicas para educar bien a los niños. En el segundo, el ex-jugador de waterpolo Pedro García Aguado reeduca a jóvenes rebeldes de comportamientos a menudo agresivos. Del mismo estilo, aunque menos conocidos, fueron SOS adolescentes y El Campamento, también presentado por García Aguado.

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