El CAAC acoge una exposición de Sylvia Sleigh, la más completa celebrada hasta la fecha en Europa

Organizada por CAAC, CAPC musée d'art contemporain de Bordeaux, Tate Liverpool, Kunst Halle Sankt Gallen y Stiftelsen Kunstnernes Hus
El CAAC presenta la exposicón Sylvia Sleigh
El CAAC presenta la exposicón Sylvia Sleigh
EUROPA PRESS/CAAC
El CAAC presenta la exposicón Sylvia Sleigh

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo presenta la exposición individual de la pintora Sylvia Sleigh, fallecida en 2010. Esta muestra, titulada 'Sylvia Sleigh: la mirada inoportuna' y enmarcada dentro de la sesión expositiva 'Más allá de figura', está organizada por CAAC, CAPC musée d'art contemporain de Bordeaux, Tate Liverpool, Kunst Halle Sankt Gallen y Stiftelsen Kunstnernes Hus. Comisariada por Katya García-Antón, se trata de la exposición más completa de la pintora figurativa celebrada hasta la fecha en Europa.

Nacida en Gales en 1916, la primera parte de la vida de la artista transcurrió en los sombríos años de las dos guerras mundiales hasta que a comienzos de los años 60 fijó su residencia en Nueva York, en un mundo de gran optimismo cromático y social. Sin embargo su llegada coincidió con el momento de mayor dominio en el ambiente artístico de una abstracción de carácter fuertemente masculino.

Sleigh vivió y trabajó en Nueva York hasta su muerte en 2010 a los 94 años, y toda su vida se mantuvo fiel a la pintura figurativa, desempeñando además un importante papel como agente, retratista y defensora del movimiento feminista neoyorquino de los 70, donde llegó a crear distintas asociaciones de artistas mujeres que fueron decisiva en el desarrollo del panorama creativo norteamericano de la época, reclamando desde un trabajo político, el papel de la mujer. Con todo, la suya fue a veces una posición ambigua, atrapada entre las categóricas concepciones de los más decididos partidarios de la abstracción y las de cierta crítica feminista. Sleigh además, reclamó la mirada erótica del retrato masculino, hasta entonces sólo contemplado desde el punto de vista femenino por pintores varones.

El papel crucial que Sleigh tuvo en el desarrollo de unos lenguajes estéticos feministas y de género a partir de los años 60 ha permanecido en una relativa oscuridad hasta hace bien poco. Sin duda ello se ha debido en parte a la celebridad de su esposo, el también británico Lawrence Alloway, conservador del Museo Guggenheim de Nueva York e inventor del término Pop Art, y en parte, asimismo, al aplastante predominio dentro del mundo del arte de la abstracción de inspiración masculina.

Además, la obra de la artista ha recibido un amplio reconocimiento crítico en los últimos años como resultado de recientes exposiciones de alcance internacional, como la pionera muestra WACK!: Art and the Feminist Revolution, MOCA, 2007. Gracias a la polifonía de los intereses, referencias y fuentes de la pintora, así como a su genérica inoportunidad estética, siempre a contrapelo de la práctica abstracta corriente en la época, aunque también con voluntad de existir conjuntamente con el continuum de la contemporaneidad, hoy se percibe a Sylvia Sleigh como una figura significativa de la reciente historia del arte.

El retrato que hizo Sleigh del mundo del arte que tenía más cerca fue de naturaleza íntima: los críticos, coleccionistas y artistas (hombres y mujeres) —que presenta vestidos o desnudos— eran siempre amigos suyos o de su reputado marido conservador de museo. La de Sleigh fue una posición inoportuna, formando parte a un tiempo de la escena artística neoyorquina y estando fuera de ella, dada su resuelta postura estética figurativa.

En ese contexto la perspectiva feminista de Sleigh, irritante y sumamente personal, reclamaba un espacio innovador para la mirada de la mujer y se alzaba en el centro de un discurso arrollador, tanto en el ambiente artístico de Nueva York como en diferentes centros artísticos de todo el mundo, en torno a las cuestiones de jerarquía, representación y género. La obra de Sleigh adquirió una relevancia que todavía hoy se manifiesta en los creadores en ciernes.

Asimismo, el retrato tal como lo practicó Sleigh liberó a la pintura de la rigidez de una mirada dominada por los hombres y abrió un espacio para su propia mirada erótica mientras recalcaba la importancia del diálogo contemporáneo con una tradición pictórica europea. Además de reinterpretar las poses y los complejos juegos visuales que conocidos pintores antiguos como Ingres, Manet o Velázquez asignaban a sus personajes femeninos, desarrolló también una forma de pintura histórica mediante una puntual documentación de su propia época y de los personajes y estilos de esta. Se ha descrito este tipo de pintura como una forma de "pintura del recuerdo", predominante en artistas como Manet, para quien el pasado es accesible a través de sus ecos en el presente, mientras que este último es reforzado por aquel.

Sleigh también demostró un interés particular por el movimiento prerrafaelista británico de finales del siglo XIX. Su modelo preferido, Paul Rosano, parece una reencarnación contemporánea de una de las musas favoritas de los prerrafaelistas, pero más significativo aún es que Sleigh compartía la fascinación del grupo por el diseño de interiores y la botánica y estructuraba sus composiciones con parecida tensión erótica. La afinidad con los prerrafaelistas no resulta sorprendente teniendo en cuenta que como jóvenes rebeldes de su época quebrantaron muchas de las convenciones pictóricas relativas al retrato y modularon sus obras con las tensiones de una sociedad victoriana en transformación, obsesionada por la jerarquía social, el género y la sexualidad.

Su obra se estructura como una personal puesta en escena

La obra de Sleigh se estructuró conscientemente como una personal puesta en escena que funcionaba a través del gesto, el ornamento y la decoración. La forma tan sensual que tenía de abordar la pintura al óleo concedía gran importancia a los detalles. A veces toda la superficie del cuadro está densamente poblada, dando como resultado una composición de tipo patchwork en la que los detalles animados e inanimados tienen a menudo una trascendencia similar o determinan la presencia de todos los demás. A estos útiles se les asignaba un papel básico en la construcción de una nueva historia representacional donde se reflejaban de manera sensible los decisivos cambios de su tiempo y en la que la destreza, la naturaleza, la colectividad, el espacio social, el género y el papel del cuerpo en la sociedad se conjuntaban para abrir una nueva dimensión del discurso.

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