Clan de 'los Polverino': la Camorra en España

Peppe Polverino, capo del clan mafioso establecido en España.
Peppe Polverino, capo del clan mafioso establecido en España.
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Peppe Polverino, capo del clan mafioso establecido en España.

Giuseppe Polverino, de 55 años, Peppe para los suyos; O Barone para el resto, espera tranquilo,  custodiado por los carabinieri del Nucleo Investigativo di Napoli y agentes de la UCO de la Guardia Civil, al avión que lo extraditará a Italia. Es 4 mayo de 2012 y fuma sin inmutarse en una de las salas del aeropuerto de Barajas. Ya hace dos meses que fue detenido en Jerez de la Frontera (Cádiz), donde se escondía. Su destino es el aeropuerto de Fiumicino, cerca de Roma, donde lo esperan la Justicia de ese país y decenas de cámaras y fotógrafos. Uno de los carabinieri se acerca y le dice que en Italia podrán hablar más tranquilos. Peppe lo mira, sonríe. “No se equivoque maresciallo [sargento en italiano], yo soy Giuseppe Polverino”.

Peppe Polverino sabe lo que dice. Es el capo del clan que lleva su apellido, seguramente el más importante de la camorra italiana, el que controla el monopolio del tráfico de hachís entre España e Italia. Su imperio es de 1.000 millones de euros, según la Justicia italiana. Y él es el jefe, el número uno, él no es como los arrepentidos que hay en Italia colaborando con los jueces. Él nunca hablará, y así se lo dice recalcando sus palabras al carabinieri que le habla, haciéndole saber que conoce incluso el grado del agente, maresciallo.

El clan de los Polverino había hecho de España su segunda casa. Era bueno para el negocio. Justo al lado del principal suministrador de hachís del mundo, Marruecos. Lo ideal. Algunos miembros del clan llegaron en 2007 y empezaron a funcionar como si fueran una empresa, “con sus equipos logísticos, sus proveedores de mercancía, su servicio jurídico, su servicio contable, sus abogados y sus inversores”, señala un oficial de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que se ha pasado varios años de su vida persiguiéndolos y deteniéndolos en España: “Son importantes por su estructura, además de por su peligrosidad”.

Peppe lo tenía todo preparado y había distribuido la costa española en tres paranzzas (grupos logísticos). Verbigracia Domenico Verde, de 45 años, controlaba la de Tarragona. Fue detenido en diciembre de 2009 en L’Hospitalet del Infant. Un año después, en diciembre de 2010, caía en Estepona Fabio Allegro (48 años), que controlaba la de Málaga. Y en marzo de 2012 era detenido en Jerez de la Frontera Rafaelle Vallefouco (49 años), que dirigía la de Cádiz (el principal broker del tráfico de hachís de Europa, según la Policía italiana).

Junto con este último cayó el premio gordo, Peppe, que llevaba ya unos tres años alternando refugios entre Italia y España. Había sido localizado en 2010 en Alicante, pero consiguió huir. Peppe cayó cuando paseaba tranquilamente por la calle Divina Pastora de Jerez tras tomarse un café en el bar Los Cisnes, junto a su lugarteniente Rafaelle. Vivía oculto en un piso bastante lujoso en la céntrica calle Pozo del Olivar, con 240.000 euros escondidos en los respiraderos que había en los techos de las habitaciones. A Peppe, un asiduo del gimnasio, no le gustó que la Guardia Civil se presentara para su detención con un Audi Q5 que había sido incautado al clan en la operación de Tarragona. “Ese coche es mío”, espetó a uno de los agentes tras reconocer el vehículo.

A Peppe lo respetan. Dicen que en Italia ordenó la muerte de ocho personas disolviéndolas en ácido sulfúrico. Y cuando fue detenido, mientras la Benemérita registraba su casa y permitía que él y Rafaelle fumaran un pitillo por turnos en la terraza, Rafaelle, su lugarteniente, lo tuvo claro: “Él primero, que es el jefe”.

Un clan establecido en España

Peppe había decidido dirigir sus negocios desde España, a pesar de que la presión policial a su clan era ya tan intensa como en Italia. De hecho, un mes antes de su arresto, en febrero de 2012, la Guardia Civil había detenido en Fuengirola a Armando, el alias del marroquí Moulay Idriss, de 35 años, que era entonces el principal suministrador de hachís del clan. Era capaz de traer a España 500 kilos de droga al mes. En España, el único negocio ilícito del clan es el hachís. Grandes cargamentos que luego transportaban a Italia ocultos en camiones. Uno tras otro. Ya sea por carretera atravesando Francia o desde el puerto de Barcelona en ferries dirección Nápoles.

Peppe se había asentado en España. Tanto que se había aficionado a una marca de agua nacional, conquense para más señas: Solán de Cabras. Solo bebía esa marca. Aquí había tenido un hijo, Giuseppino (ahora tiene cinco años), fruto de su relación con una bellísima prostituta brasileña, Kelen, de 36. Peppe tiene una familia en Italia y otra en España. Está permitido. La norma no escrita en la camorra es que ambas familias no compartan nunca el mismo techo. Y entre Tarragona (donde vivía Kelen) y Marano, en Nápoles (donde reside Filomena, su esposa), hay 1.700 kilómetros de distancia.

Kelen no solo es la amante de Peppe. Es la madre de su hijo. Y estaba integrada plenamente en la estructura del clan. De hecho, tenía a su nombre una inmobiliaria controlada por la organización, Construcciones Kelen S.L. En algo hay que invertir el dinero sucio de la droga. En España, obviamente, las inversiones iniciales se fueron al sector inmobiliario. Luego a los concesionarios y a los barcos de lujo.

Pero el sector del ladrillo está como está.  De capa caída. En 2009, el clan decidió invertir en la construcción de 25 chalés adosados en un solar llamado La Finqueta, en la playa de Alcanar, en el municipio de El Vendrell (Tarragona). El promotor fue el constructor Agustín Valls Reverter, acusado de blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal. El jefe de la paranzza de Tarragona, Domenico Verde, puso 400.000 euros. Y como marca la ley de la camorra, Peppe dejó que el resto de miembros invirtiera en función de su jerarquía, lo que se llama puntata. Es decir, que por mucho dinero que tengas, nunca puedes poner en un negocio más porcentaje de inversión que tu superior. Y en la cima de la pirámide, obviamente está Peppe, que puso más dinero. Las obras comenzaron y la burbuja inmobiliaria explotó. Los chalés se dejaron a medio hacer y el clan decidió venderlos a una potente empresa española a cambio de siete millones de euros en acciones, participaciones que están ahora bloqueadas por la Justicia española.

El principio del fin

El clan recibió otro duro golpe en noviembre de 2011 en Tenerife, cuando la Guardia Civil y la Policía Nacional detenían en la isla a varios integrantes del clan Nuvolleta, que se había asociado con los Polverino en la construcción de 250 apartamentos del complejo turístico Marina Palace.

Los fracasos no gustan a la camorra. Por eso, Peppe se rodeó de nuevos profesionales que lo ayudaran. Rafael Longas Marco, de 63 años, era el contable del grupo. Tenía a su nombre hasta 70 empresas. Francisco Javier Picatoste Ortega, de 43 años, llevaba la inmobiliaria Just Marbella Classic. Luis Miguel Sánchez Núñez, de 56 años, suministraba los vehículos a través de la firma Carcenter S.L. También tenían un banquero, Carlos Ariza Recio, de 49 años, que dirigía la sucursal del Sabadell Solbank de San Pedro de Alcántara (Málaga). De hecho, el clan tenía abiertas en España 236 cuentas corrientes. Y cómo no, un servicio jurídico, encabezado por el abogado Juan García Ballester, de 43 años.

El clan había conseguido amasar un pequeño imperio en España con 136 inmuebles en la costa mediterránea, 27 coches de alta gama y una telaraña societaria de empresas en Barcelona, Tarragona, Castellón, Alicante, Málaga, Cádiz y Ceuta. La gran mayoría a nombre de testaferros. Las casas y los coches que utilizaba la organización estaban a nombre de prostitutas brasileñas.  Peppe también se movía con una camada de ‘chicos de los recados’ en España, sus chóferes y quienes alquilaban las casas donde se ocultaba. Este papel lo desempeñaron hasta su detención Pablo José (40 años), Francisco (31) y Pablo (26).

Tras la caída de Peppe y todos los responsables de las paranzzas, el clan se vio obligado a tirar de los herederos. Palma Polverino, de 26 años, hija de Peppe y Filomena, se hizo cargo de los negocios junto a su hermano Vincenzo. Se desplazó varias veces a España para ocuparse de los asuntos de su padre, entre ellos de su hermanastro Giuseppino, hijo de Kelen. No les tenía que faltar dinero. A Palma y a su madre Filomena no les había sentado nada bien que Peppe hubiera creado una nueva familia en Tarragona, pero lo que realmente les molestó es que la prensa italiana hubiera sacado a la luz pública a la ‘esposa’ brasileña de O Barone.

Una nueva generación de Polverino

Filomena Schiano, alias Tía Titina, es una mujer de armas tomar. Es la perfecta esposa de un capo italiano. Administra gran parte del patrimonio inmobiliario en la zona napolitana que conforma su territorio: las localidades de Marano, Vomero, Camaldoli, Villaricca, Qualiano y Pozzuoli (donde nació Sofía Loren). Allí, el tesoro de la organización incluye, según la Policía italiana, 106 parcelas, 175 apartamentos, 19 villas, 141 plazas de garaje, tiendas y comercios (sobre todo panaderías y carnicerías), 43 empresas, entre ellas hoteles, joyerías y granjas, 117 coches, 62 camiones y 23 motos. Y las joyas del tesoro son tres sociedades de capital riesgo. Tuvieron incluso un equipo de fútbol en categorías inferiores, el Quarto Club. La gran debilidad de Filomena es un viñedo que la familia tiene en Flegrei. Pero no hace más que dar pérdidas. De hecho, Domenico Verde, el lugarteniente de la paranzza de Tarragona, ahora un arrepentido que colabora con la Justicia italiana, ha asegurado que el viñedo es motivo de fricción entre Peppe y Filomena, ya que el capo debe cubrir las deudas. Para ampliar el negocio y la clientela, Filomena amenazaba a los bares y a los restaurantes de la zona para que sirvieran su vino, de dos marcas: Castello y Feudi.

Ya en España, Palma, una chica bellísima, quiso reconstruir la paranzza de Málaga, la que había dirigido Fabio Allegro hasta su detención. Palma iba siempre acompañada de un chófer que la llevaba a todos sitios y en sus cortas estancias en nuestro país cambiaba de casa cada tres días. Para ello eligió a dos hombres de confianza de su padre, Massimiliano D’Aria, de 42 años, y Domenico Panella, de 41. La verdad es que D’Aria y Panella ya controlaban la paranzza malacitana desde hacía tiempo. Su antecesor en el cargo, Fabio Allegro, había caído en desgracia mucho antes de su arresto en Estepona. De hecho, Peppe quería que hubiera vuelto a Italia para ajustar cuentas con él (el clan no quería llamar la atención con un asesinato en España), pero Allegro, que sabía lo que le esperaba, nunca voló a Italia. Su detención en diciembre de 2010 le salvó la vida.

Allegro, amante del lujo, sobre todo de los buenos zapatos (le puso a su esposa una zapatería en Marbella), había empezado a robar al clan. ¿Cómo? “Lo que se llama la ‘cresta’”, explica el oficial de la Guardia Civil. Es decir, inflaba el precio de lo que realmente costaba el hachís. Compraba los alijos en Marruecos a un precio y luego decía a la organización que había costado más para sacar él más beneficios. Pero Peppe enseguida sospechó del alto tren de vida de Allegro. Este episodio no fue obstáculo para que Palma se sirviera dentro de la organización de Salvatore Allegro, también de 26 años, el hijo de Fabio. La familia es la familia. Y el hijo no tiene la culpa de lo que hace su padre. Mientras, la droga debía seguir llegando. El nuevo suministrador era Mohamed Lahassen, de 36 años, alias Tittarella, que traía las lanchas rápidas con la droga desde Marruecos. Se había construido una especie de embarcadero privado en un chalé de Algeciras (Cádiz), oculto por altas paredes y una puerta electrónica que permitía que la lancha entrara directamente.

Según los investigadores consultados, el negocio del hachís es muy rentable. El clan siempre ganaba ‘limpio’ (tras pagar mercancía, transportistas e intermediarios) el doble de lo que invertía. En Marruecos, el kilo de hachís cuesta entre 150 y 300 euros. En España ya sube a 900 euros. Y en Italia, entre 1.600 y 2.000 euros, según la zona de destino. Palma tenía instrucciones. Uno de los proyectos del clan, que no se llevó a cabo, era crear en España una cadena de tiendas de alimentación y alguna discoteca donde blanquear el dinero, tras la caída del sector inmobiliario. Plan que se ha quedado en eso, en un simple proyecto. Negocios legales muy similares a los que el clan ya tiene en Italia con sus panaderías, carnicerías y pequeños supermercados.

El clan está ‘finito’ en España

Pero todo acabó en junio de 2013. Guardia Civil y Carabinieri decidieron cortar el último tentáculo del clan en España. La primera semana de junio eran detenidas 101 personas, 34 de ellas en nuestro país. Palma era arrestada en Italia junto a su madre, Filomena. También sus lugartenientes Panella y D’Aria, y todos sus colaboradores españoles.

D’Aria, que se había convertido en el amante de Palma (quería dejar a su mujer Patricia para irse con la hija de Peppe), fue detenido junto a Panella en un chalé de Marbella. También estaba el abogado Juan García Ballester, que se había quedado tras pasar una noche de juerga con mucho alcohol y tres prostitutas brasileñas. D’Aria quiso dejar claro a los agentes que lo detuvieron que constataran que él había sido arrestado solo en su habitación, sin ninguna chica. “¿Dónde están las chicas? En la habitación del abogado”, recalcó D’Aria. No quería que su nueva novia, Palma, pensara lo que no era. Las prostitutas solo eran un ‘regalo’ para el letrado.

El clan de los Polverino está ahora finito en España. Ha quedado completamente desarticulado en nuestro país. En Italia, Vincenzo Polverino, el hijo pequeño, está huido. Acaba de cumplir 24 años y su perfil es bajo. Se encarga de mantener unido lo poco que queda del clan y cuidar a los detenidos y a sus familias. Por eso quien controla lo queda de la organización es Giusseppe Simeoli, de 46 años y mano derecha de Peppe.

La familia aún controla el tráfico de hachís en Nápoles, las extorsiones y las máquinas tragaperras, pero ha quedado muy debilitada. Los expertos consultados coinciden en que es cuestión de tiempo que los Polverino intenten reorganizarse de nuevo en España, partiendo de cero, o que un nuevo clan los sustituya en el lucrativo negocio del tráfico de hachís. Como dijo D’Aria a los agentes mientras era detenido: “No os preocupéis, en nueve años estaremos libres”.

Domenico Verde, el traidor

Domenico Verde, 45 años, en su día responsable de la paranzza del clan en Tarragona, es ahora uno de los principales colaboradores de la Justicia italiana. Ya lo fue incluso sin que él mismo lo sospechara cuando trabajaba activamente para el clan. Los Carabinieri controlaron con una baliza de seguimiento el vehículo de Verde entre Italia y España. Allí, el coche pasó a Rafaelle Vallefouco, lo que permitió a los investigadores seguir tirando del hilo. Una vez detenido, Verde, alias el Carnicero (por su anterior oficio), lo ha contado todo. Su ayuda fue muy valiosa para llegar a detener a Peppe tres años después, incluso para saber qué claves usaban. Si decían en España "Nos vemos donde Claudio Villa", es que iba a llegar un alijo. Pero la mafia no olvida. El clan llegó a secuestrar en Italia a la hija y el sobrino de la novia de Verde para evitar que este siguiera hablando con los jueces y la Policía italiana.

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