Más de 700 voluntarios combaten de forma altruista los rumores racistas. Forman la Xarxa Antirumors, en la que entidades y el Ajuntament de Barcelona colaboran para mejorar la igualdad y la convivencia entre los vecinos pese a la diversidad cultural. «No se les ve, pero ahí están», asegura Rodrigo Araneda, miembro de la comisión directora.

«Trabajan para la cohesión, para no tener diversas Barcelonas, sino una Barcelona diversa», explica Rafa Besoli, técnico de comunicación del programa BCN Interculturalitat, uno de los 400 integrantes de la Xarxa. Y es que «hay que hacer un esfuerzo para convivir de forma distinta, en una sociedad donde quepamos todos», agrega Araneda.

Para Besoli, los rumores deben combatirse de la misma forma en la que se extienden, «a pie de calle». Por eso, desde hace dos años, cualquier persona que esté interesada puede pedir recibir una formación gratuita con la que aprender a combatir los rumores y a las personas que los divulgan.

De este modo, saben qué decir cuando oyen a alguien quejarse de que los inmigrantes reciben más ayudas que los españoles o que solo los chinos abren nuevos negocios porque se financian con la mafia. También aprenden de qué modo decirlo para que el interlocutor no se cierre en banda y no atienda a razones. «Se trata de proponer no imponer una opinión», indica.

La Xarxa Antirumors no solo forma voluntarios –una iniciativa por la que, según Araneda, se han mostrado interesados otros ayuntamientos españoles y del resto de Europa–. También organiza otras actividades de sensibilización, desde teatro con títeres a talleres de hip hop o de memoria histórica con gente mayor que hace medio siglo dejó su tierra para venir a Catalunya.

Asimismo, ha editado tres números del cómic Blanca Rosita Barcelona, del que ya se han distribuido 90.000 ejemplares; ha repartido puntos de libro antirrumores y hace campañas en bcnantirumors.cat, así como en las redes sociales.

Voluntarios de la Xarxa estarán este martes, como hicieron el domingo, en la plaza de Catalunya para repartir 3.000 trípticos y otras tantas chapas y conversar con quienes se acerquen para sensibilizarlos sobre los problemas que generan los rumores. También se harán varias acciones, como una charla en la carpa-auditorio y la obra de teatro social Mustafà és al replà, en la que se expone un conflicto vecinal y se pide al público una solución.