A sus 58 años, desde los 13 subido a los escenarios, José Mercé (Santiago de Jerez, 1958) no se corta un pelo. Dice lo que piensa tal cual, mirando a los ojos y con una gran sonrisa irónica.

Sorprende cómo unos chavales de solo 13 años (inevitable preguntarles la edad) se acercan y le piden un autógrafo. Se lo da y los chicos, entusiasmados, quieren que cante. Mira el reloj el cantaor, apenas es la una del mediodía: "Es muy pronto 'pa' cantar, ¿no?".

Una vez se van los jóvenes fans, reflexiona Mercé, como si verlos lo hubiera puesto nostálgico, y reflexiona acerca de cuánto echa de menos el compañerismo y la unión que antes tenía con sus colegas: "Nos íbamos todos juntos de juerga, y había una competitividad sana. Ahora eso ha desaparecido... Apenas un día, como el otro, que cené con mi compadre Sabina".

La letra de la canción que da título al disco, Mi única llave, explica que "sigue llamando de puerta en puerta pero no abre nadie"... ¿No ha encontrado alguna llave?

Según está la sociedad hoy, pocas llaves abren. La mía, la única que tengo, es mi garganta. Por no tener, no tengo ni las llaves de mi casa.

¿Y ganas de cantar para Rajoy?, ¿las tiene usted?

¡No! Y si viniera a verme a un concierto tendría que contenerme, aguantar el tirón.

¿Podría mirarle a los ojos?

Uy, me parece que no. Es una persona que no es de fiar.

Pues mira usted mucho a los ojos...

Es que soy mucho de mirar a los ojos a la gente, aunque también te digo que con los años uno se vuelve más diplomático. Bueno, más cínico.

No cantaría para Rajoy, pero habrá políticos que vayan a sus conciertos y compren sus discos...

Sí, los hay, claro que los hay.

Pero no va a decirme quiénes...

Mira, Alfonso Guerra, hace años dijo algo así como que España se iba a quedar que no iba a reconocerla ni la madre que la parió. Y mira qué razón llevaba.

Vamos a su disco antes de que me suelte un "He venido aquí a hablar de mi libro". Dice: "Mi única llave es un disco flamenco pero sabiendo que estamos en el siglo XXI". ¿La traducción es?

Pues que hay que llegar a los jóvenes, que son el futuro del flamenco, bueno, y de todo. Y para eso hacen falta letras muy de hoy. No te puedes dormir en los laureles. Aunque el flamenco sea eterno, hay que evolucionar.

Una de las canciones habla del "corazón cansao", ¿lo está mucho el suyo?

Pues tal y como está todo, no me extrañaría que se cansara del todo y estallara.

¿Qué es lo que más le crispa?

La injusticia, que está a la orden del día en este país. Es un país hecho para los pícaros. Eso me crispa, y los desahucios y el materialismo y el dinero... Y que los niños pasen hambre en este país, eso ya me quema.

¿Se desnuda usted en cada letra?

Sí, hasta cuento cosas de mi vida. Hago lo que siento y lo que me llega. Yo no saco disco para tener otro más, yo lo hago porque tengo algo que decir. Si no, me quedo en mi casa.

¿Qué tiene que decir ahora mismo, en este momento?

Tantas cosas que uno solo no puede. Intento con mi cante ayudar a la sociedad y a la gente joven y necesitada.

¿Una canción para la clase política?

Que se estén quietecitos, que dejen de llevárselo todo, que se comporten, que trabajen... Es que no se preocupan de nada. Ya no se sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos. Es que ni en Siria lo sabemos ya.

¿Estamos aborregados?

Totalmente. Estamos muy tranquilos, ¿no? Yo no sé si son mentira las cifras del paro o qué, pero aquí no pasa nada. En otro momento, esto habría estallado.

La crítica social, ¿qué lugar juega en el flamenco y en Mercé?

Lo que es nuevo son los cantautores. Los del flamenco son los que siempre han sido de protesta. El flamenco es del pueblo y para el pueblo. Otra cosa es que en mis conciertos trate de que la gente se evada, porque ya está bien con lo que tenemos.

Si digo 21%...

No te dejo ni terminar. Es una aberración. Y no lo hacen sin querer, esto es con alevosía y premeditación. A ver si aprenden estos de una vez ya. Que el flamenco es de las pocas cosas que podemos exportar. No le damos la importancia que sí se da a cualquiera que viene de fuera berreando y dando gritos.

¿Hace falta un poco de silencio, demasiado ruido para tan poco fruto?

Mucho ruido y pocas nueces. El ruido sólo sirve si es para lograr algo. Acampar y todo eso ya no vale. Se cachondean del pueblo y ya está ante eso.

Con la cantidad de años que lleva usted en esto ha visto varias generaciones pasar, ¿alguna especialmente distinta?

Pues en prensa, sí. Cuando yo empecé en esto, eran bastante 'sabelotodo' y tú no eras más que un pobrecillo. Ahora los jóvenes preguntan y quieren aprender, no alardean de saber de todo. Los 'sabelotodo' me tocan un poco las narices.

¿Qué echa de menos de su juventud?

El compañerismo y la humanidad. La sociedad era de otra manera. Ya iba decayendo el 'Tío Paco' y había más ilusión por todo. La tecnología ha deshumanizado la sociedad.

¿Qué hay que saber del flamenco?

Que esto hay que sentirlo, que es más una cuestión de sentimientos. Pero saber..., saber no hay que saber de nada para escuchar flamenco, sólo sentir. Tanto sabelotodo... A mí no me interesa uno muy erudito que luego no siente nada.

¿Alguna vez tuvieron que rectificar?

Pues sí, una vez que dijeron que era mi peor disco. Y sólo por hacer flamenco abierto. Sin escucharlo ya juzgan. Luego dijeron: "pues no es tan malo".

¿Le molesta mucho la crítica?

Es que siempre la hacemos destructiva y la que sirve es la otra, la que construye. Parece que vienen a ver dónde fallamos.

Todavía hay gente que dice con desprecio: "A mí el flamenco no me gusta nada. Son gritos"

Es que no lo entienden, supongo. Y además le ha hecho mucho daño al flamenco el uso que se ha hecho de él para el turismo con cualquiera cantando rumbita en la costa del Sol. Cuando realmente se escucha flamenco, la gente cambia el chip.

Ha colaborado con casi todos los grandes, ¿quién le falta?

Bruce. Y espero que se cumpla, porque él es un flamenco nato y sé que es fan mío.