Amer huyó de Siria, pero no su familia: “¿Por qué nadie se planteó hacer algo antes?"

  • Es un joven de Damasco que hace dos años, cuando estalló la 'primavera árabe', tuvo que abandonar su vida tras ser detenido por el régimen de Al Asad.
  • Vive en Barcelona pero su familia permanece en su país de origen: "La situación ha obligado a escapar, nos hemos repartido por Suecia, Holanda o España".
  • "Costará mucho, será largo y doloroso, pero espero que terminemos encontrando nuestro propio camino", asegura, reconociendo que quiere volver.
Un grupo de hombres camina entre los escombros de varios edificios destrozados por los bombardeos del régimen en la ciudad de Aleppo (3 de octubre de 2012).
Un grupo de hombres camina entre los escombros de varios edificios destrozados por los bombardeos del régimen en la ciudad de Aleppo (3 de octubre de 2012).
GTRES
Un grupo de hombres camina entre los escombros de varios edificios destrozados por los bombardeos del régimen en la ciudad de Aleppo (3 de octubre de 2012).

Amer Abo Hashish es un ciudadano sirio que tuvo de huir del país tras la primavera árabe. Su hermana, otros familiares y amigos, siguen en el país. “Allí puede pasarte cualquier cosa”, dice a 20Minutos. La población se mantiene expectante, preguntándose qué pasará si EE UU bombardea el país. "La gente quiere, como en todos los sitios, vivir tranquila. Pero no puede, y no puede desde hace muchos años: lo que muchos se preguntan es por qué toda esta atención internacional no hizo actuar antes a la comunidad internacional".

Amer es un joven sirio, de Damasco, que hace dos años (desde que estalló, como en otros países, la llamada primavera árabe) tuvo que abandonar su vida tras ser detenido por el régimen de Bachar Al Asad. Un país desestructurado Ahora, Abo Hashish vive en Barcelona, donde pasará un tiempo gracias una beca para trabajar en una multinacional. Sin embargo, sigue hablando con su familia y amigos, o al menos con los que permanecen en el país. "Tengo una hermana viviendo en Damasco. Mis padres viven en el interior del país. Y muchos amigos siguen por ahí. Sin embargo, la situación ha obligado a otros muchos a escapar, y nos hemos repartido por Suecia, Holanda o, como en mi caso, España".

"No hay garantía de seguridad"

En Damasco, la capital de Siria, la situación intenta ser de normalidad. Es una ciudad más grande, más observada por las cámaras internacionales. En otras zonas del país, sin embargo, es distinta. "Hay partes en las que la gente, directamente, no puede salir a la calle. Son zonas, para el gobierno, controladas por los rebeldes, y no hay ninguna garantía de seguridad. En realidad, no hay garantías en ningún lugar: incluso en Damasco es habitual encontrarte con controles policiales, con barreras".

¿A qué se refiere Abo Hashish cuando habla de garantías de seguridad? "No son los bombardeos con armas químicas. Eso es lo que ahora ha salido a la luz, y se habrá producido. Pero también hay muchos detenidos en esos controles. Interrogatorios sobre tu adhesión al régimen. Y bueno... Digas lo que digas, pienses lo que pienses, puede pasarte cualquier cosa".

En Damasco pueden conseguirse, pero en otras muchas zonas de Siria no hay agua corriente, medicinas o electricidad. No es casualidad: según Abo Hashish, el gobierno intenta forzar la situación para que determinadas comunidades abandonen el país. Sí hay, en cambio, Internet, y es a lo que muchos se agarran para poder seguir conectados con la realidad. "Hay periódicos gubernamentales, por supuesto, pero dan una información absolutamente alejada de la realidad. La policía vigila las comunicaciones, desde la rebelión de hace dos años existe mucho control, pero mucha gente está utilizando proxies (redes informáticas que ocultan la red original) para navegar a través de países como México, por ejemplo".

Tensa espera

De esa manera, muchos sirios pueden navegar, informarse, comunicarse y, por supuesto, hablar cada día con los que han salido del país, como Hashish. Skype, al final, es la forma más habitual de saber qué pasa en el exterior y cómo se ve, desde fuera, la situación del país. Y a la postre... ¿Qué espera la población? Nada está aún claro. Notan que la atención internacional se ha posado ahora en Siria, pero también se preguntan por qué no llegó antes.

Contemplan cómo los países próximos, como Turquía, Rusia, China o Jordania, mantienen posiciones dispares. Y, como dice Hashish, "tampoco la oposición tiene la fuerza suficiente como para ofrecer otro camino. La gente está esperando... ¿Qué pasará si EE UU ataca el país?". Mientras, Hashish espera en Barcelona. Le gusta la ciudad, elogia el comportamiento de la gente ("no me siento extranjero", explica, "es difícil porque aquí hay mucha gente de todos sitios"), pero anhela regresar a su país. "Por supuesto que quiero regresar. Y creo que algún día podré hacerlo: hubo una revolución, un movimiento muy potente que quería cambiar la situación... Pero estamos esperando. Costará mucho, será largo y doloroso, pero espero que terminemos encontrando nuestro propio camino, como le ocurrió a otros países que han vivido horrores y, como es el caso de España, hasta una Guerra Civil".

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