De centros de poder a "cuarteles de terroristas" fantasmales en menos de dos meses

  • Las sedes de los Hermanos Musulmanes en Egipto son el símbolo de la caída de los islamistas.
  • Su aspecto actual: puertas y paredes quemadas, ventanas con los cristales rotos y muros abarrotados de pintadas.
  • Con su interior saqueado y destrozado y sin dirigentes que puedan acudir a trabajar (por estar presos o escondidos) su aspecto es fantasmal.
  • Este domingo se ha pospuesto el juicio a los máximos líderes de Hermanos Musulmanes a octubre.
  • También continúa el proceso contra el expresidente Mubarak, en septiembre.
Vista de la sede principal de los Hermanos Musulmanes en el barrio cairota de Muqatam, abandonada y en parte destruida.
Vista de la sede principal de los Hermanos Musulmanes en el barrio cairota de Muqatam, abandonada y en parte destruida.
EFE
Vista de la sede principal de los Hermanos Musulmanes en el barrio cairota de Muqatam, abandonada y en parte destruida.

Hasta hace menos de dos meses eran centros de poder en Egipto. Ahora, las sedes de los Hermanos Musulmanes, abandonadas y en parte destruidas, se alzan como símbolos de la caída en desgracia del grupo islamista, cuyos líderes empezarán a ser juzgados a partir de octubre.

Puertas y paredes quemadas, ventanas con los cristales rotos y muros abarrotados de pintadas que no ahorran insultos contra la cofradía muestran hasta qué punto el odio hacia este movimiento ha impactado en su sede principal de El Cairo.

"El cuartel de los terroristas" y "No hay sitio para vosotros en Egipto" son algunos de los mensajes que los detractores de la Hermandad han dejado como recuerdo en la fachada de la suntuosa villa en el barrio cairota de Muqatam, de la que ha sido arrancado hasta parte del letrero con el nombre del grupo.

Con su interior saqueado y destrozado y sin dirigentes que puedan acudir a trabajar, ya que la mayoría se encuentran presos o escondidos, la sede tiene un aspecto fantasmal, al que solo prestan atención algunos curiosos.

Detractores celebran su caída

El joven Aladin Sherif, empleado en un banco del barrio, se bajaba de su vehículo para fotografiar con su móvil los restos de lo que por poco tiempo fue muestra del apogeo de la cofradía. "Estoy feliz con lo que les ha pasado. Todos lo estamos porque los Hermanos sólo miraban por sus propios intereses", aseguraba esta semana Sherif mientras buscaba un buen ángulo para su instantánea.

Señalando a un edificio próximo a la sede, el joven explicaba que sus tíos viven allí y que se disgustaron mucho cuando los islamistas trasladaron su sede desde la isla de Manial a Muqatam. "Nadie les quería en el barrio, sabían que traerían problemas", agrega.

Este edificio de siete plantas fue inaugurado tras la revolución del 25 de enero de 2011, que derrocó a Hosni Mubarak y permitió a los Hermanos Musulmanes erigirse como el principal grupo político de la nueva escena egipcia.

Arrasaron en las elecciones parlamentarias y uno de los suyos, Mohamed Morsi, accedió a la Presidencia en el tiempo récord de un año y medio. Sin embargo, casi tan rápido como fue su ascenso ha sido su caída.

La sede fue blanco de varios ataques durante el mandato de Morsi, pero el definitivo se produjo justo cuando el entonces presidente cumplía un año en el poder, tres días antes de su destitución en un golpe militar.

La noche del 30 de junio, en el marco de las multitudinarias protestas que exigían elecciones anticipadas, una turba lanzó cócteles molotov contra el edificio y tras violentos enfrentamientos tomó el control del mismo. El asalto se saldó, además de con importante destrozos materiales, con ocho muertos y medio centenar de heridos, unos sucesos por los que va a ser juzgado el líder de la cofradía, Mohamed Badía, detenido ayer por las fuerzas de seguridad.

Sentados en la acera, los porteros de una finca vecina a la sede de la Hermandad rememoran esa noche. Los policías acabaron huyendo y los opositores a Morsi irrumpieron en el edificio y lo saquearon.

"Se llevaron ordenadores, muebles y hasta arrancaron los aparatos de aire acondicionado", contaba esta semana Ahmed Sayed, que no ocultaba tampoco su alegría por la persecución que sufren ahora los islamistas.

En una de las plazas principales del barrio, un gran cartel con la imagen de un veinteañero opositor a Morsi fallecido en esos sucesos testifica la violencia de esos días bajo el lema "Mártir de Muqatam".

A diferencia del edificio de los Hermanos Musulmanes, la sede de su brazo político, el Partido Libertad y Justicia (PLJ), está cerrada a cal y canto pero en buen estado.

Junto al Ministerio del Interior, en una calle semicortada por muros y con un importante despliegue policial, sólo el cartel quebrado con el nombre de la formación da muestras del cambio de rumbo en el liderazgo egipcio.

Los agentes pronto se ponen nerviosos ante la presencia de periodistas. A su lado, unos jóvenes restan importancia a que se fotografíe la sede del PLJ y recuerdan entre risas a los uniformados que los Hermanos Musulmanes ya solo pueden estar en la cárcel u ocultos.

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