El día era importante. Y la cita estaba marcada en el calendario. Rajoy empezaría a hablar a las nueve de la mañana en el Senado (el Congreso está en obras) para hablar de Luis Bárcenas, ese nombre que al presidente poco le gusta pronunciar. Como todos los días, el preso Bárcenas, estrella del módulo IV de la prisión de Soto del Real desde que fuera encarcelado el pasado 27 de junio, se ha levantado este jueves a las 8.30 horas, primero para el recuento y luego para desayunar. Tras tomar un café y bollería, se ha ido a la sala común del módulo donde está la televisión.

Allí ha podido escuchar la intervención de Rajoy, y oír cómo el presidente le nombraba en 16 ocasiones. Según fuentes penitenciarias, no ha seguido todo el discurso de Rajoy, que ha durado poco más de una hora.

Junto a él, pocos presos, más interesados en ver su reacción que en seguir el discurso político. Y es que, aunque Bárcenas se ha hecho famoso en el módulo IV, no se fía de mucha gente y su círculo dentro de la cárcel es estrecho. Tiene un preso de apoyo, con el que juega al parchís, las cartas y el ajedrez. Tras escuchar a Rajoy, se ha ido a hacer deporte al patio. Ha empezado a correr, según las mismas fuentes, y hay que hacerlo a primeras horas de la mañana antes de que el calor apriete.

Lo que está claro es que no ha podido seguir el resto de la comparecencia en el Senado, ya que hasta después de comer los internos no pueden volver a sus celdas. Bárcenas tiene un pequeño aparato de radio, según las mismas fuentes, luego podría haber seguido lo que pasaba en el Senado a través de sus emisoras favoritas.

No es de extrañar que comente con su abogado o su esposa lo que pase en el Senado. Bárcenas tiene derecho a diez llamadas telefónicas de cinco minutos por semana, tiene a su disposición 100 euros por semana para sus gastos y puede recibir una visita de 40 minutos a la semana a través de locutorio. Una vez al mes, al menos, tiene acceso a un vis a vis íntimo. Ya ha disfrutado uno con su esposa.