"Vimos el tren descarrilado, mucha gente sangrando y un vagón que salió despedido"

  • Los accidentados intentaron sacar a sus compañeros de viaje de los vagones.
  • Los vecinos reaccionaron inmediatamente aportando agua y mantas y colaborando con los servicios de emergencias.
  • El Centro de Transfusión se colapsó: "Una marea de gente bajó a donar sangre".
  • Accidente de tren con decenas de muertos en Santiago de Compostela.
Imagen del accidente sufrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela por un tren Alvia.
Imagen del accidente sufrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela por un tren Alvia.
Alén Pérez
Imagen del accidente sufrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela por un tren Alvia.

"Oímos una explosión muy fuerte. Todo el mundo fue corriendo. Vimos el tren descarrilado, mucha gente sangrando y un vagón que había salido despedido lejos de los otros". Este es el relato, que Alén Pérez hace de los momentos inmediatamente posteriores al descarrilamiento de un tren Alvia en las proximidades de Santiago de Compostela.

"La gente se preguntaba incluso si era una bomba, porque mañana es el día grande en Santiago y esta noche eran los fuegos artificiales. Era una locura. Cuando me he ido habían sacado al menos a 10 personas muertas", explicó por teléfono este fotógrafo a 20minutos poco después de la tragedia.

Óscar Mateos, guardia civil originario de Cáceres, viajaba en el primer vagón tras la máquina con un amigo. A las puertas del servicio de Urgencias del Hospital Clínico de Santiago relató que, en el momento del accidente, el convoy volcó de lado lanzando a varios pasajeros por los aires. "He tenido suerte", subrayó. "Había dos fallecidos y gente con piernas y brazos rotos. Era muy difícil sacar a la gente había cientos por el medio", concluyó tras asegurar que él solo había sufrido rasguños.

Aníbal Malvar, colaborador de El Confidencial, también se encontraba entre los pasajeros: "Había mucha gente atrapada. Intentamos sacar a tres mujeres, pero no pudimos. Estaban inconscientes".

Rafael, médico de cabecera en un ambulatorio de Santiago, llamó al 061, pero encontró el número colapsado. A continuación, hizo lo propio con el 112, que le indicó un camino para desplazarse a la zona. "Los sanitarios estaban atendiendo a muchos heridos. Impresiona ver los vagones descarrilados, pero los vagones no sufren. Las personas, sí. Las familias van a tener que cargar con todo", comentó a este diario.

Luis, que tiene familia en la zona y acudió al oír el estruendo del accidente, afirma que la policía y los especialistas en emergencias llegaron muy rápido: "Cuando me acerqué, me pidieron que me retirase, porque ya estaban desplegándose y lo habían controlado".

La respuesta de los vecinos

No obstante, algunos de los primeros vecinos que se acercaron hasta el lugar del accidente  llegaron antes incluso que los unidades de emergencias y ayudaron como pudieron a las víctimas del siniestro, bien sacándolas directamente de los vagones o aportando mantas y agua.

José Luis, que reside a aproximadamente un kilómetro del lugar exacto del accidente, en la parroquia de Angrois, relató que estaba en un bar con unos amigos y escuchó un fuerte estruendo, y que al ver pasar numerosos vehículos policiales decidieron seguirlos para comprobar qué había sucedido exactamente.

Apenas habían llegado las primeras unidades de emergencias, que solicitaban a los vecinos que aportaran mantas y agua, y José Luis y sus amigos ya habían optado por ello y por colaborar en la excarcelación de algunos accidentados.

Consiguieron sacar de uno de los vagones a un varón de 30 años y a otro de 60, ambos procedentes de Valladolid, quienes aturdidos y desorientados lo primero que hicieron fue preguntar por su pareja, y el más mayor, por su esposa.

Abel Rivas e Iván Ramos, dos jóvenes vecinos del lugar del accidente, también fueron de las primeras personas en prestar auxilio a las víctimas.  Ambos jóvenes, de entre 25 y 30 años, se declararon "muy impactados".

"Escuchamos un ruido tremendo, enorme, como nunca. Bajamos y ya vimos el convoy separado en dos trozos", explicaron. "Estamos muy impactados, es inexplicable", añadieron.

Mientras los equipos de emergencias se afanaban en evacuar y atender a las víctimas se vivieron algunas escenas de tensión, como la protagonizada por una señora que gritaba "¿dónde está mi hija? Necesito verla".

Afirmó que su hija viajaba en el tren accidentado y que había ido a recogerla a la estación de Santiago.

"¿Y mi familia? Estamos buscando por todas partes"

"¿Y mi familia? Estamos buscando por todas partes, madre mía". Es el grito desolado de un hombre. Algunos parientes suyos viajaban en el Alvia Madrid-Ferrol.

Antes que él, otra mujer traslada su desolado grito, en alto, dirigido a quien quiera escucharla y pueda proporcionarle una contestación: "¿Mi tía?, ¿está aquí?". Es su tercer intento. Ha recorrido los hospitales y ha acudido al compostelano edificio Cersia, donde psiquiatras, psicólogos y personal de los equipos que atienden a los familiares han comenzado a proporcionar los primeros datos.

"Por prudencia las cosas van lentas", cuenta entre llorosa y resignada. Intenta probar suerte en esta morgue, escenario de un verdadero ajetreo. Allí espera que la respuesta sea negativa.

"Mi tía tiene 70 años. Si el nombre no aparece en la lista no me dejan entrar", cuenta a la vuelta a los informadores. "Estoy un poco confusa, y consternada. No sé a dónde acudir ya".

"Estamos todos repartidos, entre unos puntos y otros, para ver quién obtiene información antes. Esto es desesperante".

"Esperar, esperar y esperar. Es horrible", se lamentaba Reyes Pérez, una mujer de mediana edad vecina de Narón (A Coruña) que aguarda por alguna información sobre el paradero de su sobrina Nerea de 26 años, que viajaba en el tren accidentado en Santiago de Compostela. "Si están inconscientes y ellos no se pueden identificar, que nos dejen entrar allí a identificarlos".

Colas para donar

Cristina V. Miranda acudió al Centro de Transfusión de Sangre de Santiago cuando tuvo noticias del accidente: "Vivo al lado de la Plaza del Obradoiro. Íbamos a ver los fuegos artificiales que dan inicio a las fiestas desde el balcón de mi casa. Cuando anunciaron la suspensión por el accidente, la marea de gente que estaba en la plaza bajó a donar ".

Al llegar, se encontró las instalaciones colapsadas debido a la "marea" de gente. A las 23.30 horas, según su testimonio, quedaban unas 100 personas aún. "Ya solo dejaban pasar a los donantes habituales y a los que tienen sangre tipo 0-, el donante universal", advierte.

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