«Mira cuántas excavadoras, Sergio», comentaba ayer uno de los visitantes a su hijo pequeño nada más entrar en el recinto. Las lanzaderas gratuitas organizadas por la Expo se llenan estos días de parejas, jubilados y, aprovechando las vacaciones, muchos niños, que quieren conocer de primera mano cómo avanzan las obras.
La visita dura poco más de media hora y los ciudadanos aprovechan las dos paradas del bus para tomar fotografías de Ranillas, sobre todo a las obras de la Torre del Agua y el Acuario Fluvial y al futuro Parque Metropolitano, que será tres veces mayor que el Parque Grande.
«Lo que más impresiona es el tamaño del meandro, es como 150 campos de fútbol», explica Toño Pérez, el guía, a quien todos los días le preguntan si las obras llegarán a tiempo. Los más escépticos, como Luis y Ana, tienen sus dudas porque «queda mucho por hacer y hay edificios que ni se han empezado».
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