El pianista cubano Chucho Valdés ofreció la noche del miércoles en 'Jazz en la Costa' el concierto más esperado de este año, y de hecho se habían agotado las entradas en apenas unos días, al frente de la nueva banda que ha organizado, la Afrocuban Messengers.

Chucho dirigió esta formación con mano blanda, alentando que sus músicos, que estuvieron dos días en la localidad granadina de Almuñécar y habían convertido ya el poyete del paseo de San Cristóbal en el lúdico Malecón habanero, disfrutaran y se soltasen.

Versatilidad y consistencia son algunas de las manifiestas virtudes que exhiben los Afrocuban Messengers, un grupo que amplía su cuarteto habitual y que ha sido reclutado tanto en las potentes escuelas cubanas de música como la calle.

Al frente de este sexteto de excepción, el pianista desplegó a lo largo de más de dos horas un jazz rico, variado y versátil, que es una nueva propuesta estilística de quien fuera líder de los Irakere y que, redoblando la apuesta del latin jazz, propone ahora una música de cruces donde resaltan los compases, rítmicas y texturas afrocubanas mezcladas con numerosas referencias.

Es el caso del flamenco que asoma por las costuras de Santacruz, la música del norte de África, la tribal —de los indios norteamericanos, que ha motivado el disco Border-Free— o la clásica, que conforman este trabajo, encabezado por las piezas dedicadas a su padre Bebo —fallecido hace unos meses—, su madre Pilar y su abuela Caridad Amaro.

Antes del concierto, Chucho había colocado una baldosa en el 'bulevar del jazz' situado en el parque de El Majuelo, y en la apertura del concierto recibió de las manos de la alcaldesa de Almuñécar, Trinidad Herrera, y del diputado delegado de Cultura, José Antonio González Alcalá, la Medalla de la Ciudad.

Las actuaciones de la vigesimosexta edición del Festival jazz en la Costa continúan este jueves con la presencia del trompetista Terence Blanchard y el viernes con Bugge Wesseltoft & Friends.