Algunas de las más importantes: las puertas de Triana, que era bellísima; de Osario, de Carmona y de San Fernando, la gran olvidada.

¿Por qué sucedió?

Porque los revolucionarios querían romper con el pasado inmovilista y cerrado de la ciudad. Pensaron que lo mejor era derribar la muralla y las puertas que cercaban Sevilla, y destruir edificios religiosos. En 1868 se derribaron hasta 57 conventos.

Como por ejemplo...

El Convento de Las Dueñas o la Iglesia de San Miguel, en El Duque. La zona más afectada fue la de las calles Gerona y Doña María Coronel.

¿Quién estaba detrás?

Eso es lo que he intentado investigar. Aquello fue un poco descontrolado y sospechoso: las obras de derribo se adjudicaban sólo dos días después de aprobarse.

¿Qué ha averiguado?

Que se tiraron unos monumentos preciosos no sólo por intereses políticos, también por intereses privados de un grupo de personas.

¿Quiénes eran?

Un clan de ciudadanos de Sanlúcar y Jerez que vivían en la calle Amor de Dios. Tenían conexiones con el contratista de las obras y un concejal municipal muy empeñado en tirar iglesias.

¿Qué supuso para Sevilla ese episodio de ‘piquetas’?

Fue una pérdida lamentable de patrimonio para la ciudad. Esas puertas se podrían haber conservado de alguna manera. Mateos Gago fue el primero que habló de esa historia sobre los derribos.

Queda mucho por saber...

Sí, muchísimo. Yo sólo he abierto con este libro una puerta a la investigación sobre derribos en Sevilla.

Una anécdota del libro...

Doña Gertrudis Suazo tuvo que ceder parte de su casa para que no derribaran la sede actual de la Hermandad del Silencio.

BIO

Rafael Raya es de Montilla (Córdoba) pero vive en Sevilla desde los 17 años. Trabajó en la Farmacia Militar. Éste es ya el cuarto libro que escribe sobre Sevilla.