El hotel de mil caras

El Palacio Miramar tiene 80 años, pero aún no ha resuelto sus problemas de identidad.
Málaga proclamaba su condición de gran metrópoli industrial. (Martín Mesa)
Málaga proclamaba su condición de gran metrópoli industrial. (Martín Mesa)
Málaga proclamaba su condición de gran metrópoli industrial. (Martín Mesa)
En los años veinte del siglo pasado, Málaga proclamaba su condición de gran metrópoli industrial y comercial, y necesitaba dotarse de un hotel lujoso para alojar a personalidades. El entorno de las playas de La Caleta sedujo a la alta burguesía llegada de países fríos: las familias más afortunadas construían allí sus mansiones, eso sí, de espaldas al mar; la línea de costa estaba sembrada de redes de pesca y surcada por una línea de ferrocarril.

El Hotel Miramar también abrió la entrada principal en su fachada norte, pero su arquitecto, Eduardo Guerrero Strachan, diseñó una preciosa terraza elevada en la parte trasera para que los huéspedes pudieran disfrutar de los atardeceres sobre el mar Mediterráneo. El edificio se inauguró en 1926 bajo el nombre de Hotel Príncipe de Asturias, con la indisimulada aspiración de convertirse en el alojamiento habitual del rey Alfonso XIII en sus visitas a la ciudad.

Los periódicos de la época atestiguan que el monarca llegó a hospedarse en el gran hotel en su última visita oficial a Málaga, dos años antes de la proclamación de la República. Durante esta etapa, seguirían llegando visitantes ilustres, pero el hotel ya había cambiado su nombre por el de Hotel Miramar, más acorde a los tiempos. El patio central se hizo famoso por los bailes de máscaras que en él se celebraban. Tal vez el carnaval fuera su destino, porque desde finales de los años ochenta el público que ha paseado por el edificio ha sido de lo más variopinto.

El edificio nunca tuvo vocación de sede judicial, pero terminó convertido en Palacio de Justicia. Curiosamente, las mejores salas no se utilizaron para las bodas civiles, condenadas a escenificarse en dependencias oscuras, sino a los juicios con jurado y macroprocesos, retratados muy bonitos en los telediarios. Dentro de poco, la actividad judicial se trasladará a Teatinos, pero aún ignoramos quién devolverá al Miramar su condición de hotel y qué bailes acogerán sus salones.

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