Cada cosa a su tiempo

Cuento tradicional del Tibet.
El año se acaba. ¿Has cumplido todo lo que te propusiste al principio? ¿O tienes que hacer nuevos propósitos?

En un olvidado pueblo del Tíbet vivía una viejecita a la que le gustaba cenar huevos. Todos los días recorría un largo camino para ir al mercado más cercano a por el preciado manjar. Pero como era muy vieja, cada vez le costaba más el viaje, así es que ahorró y se compró una gallina.

Nunca había comprendido muy bien a este plumífero animal porque era muy ignorante, y se sorprendió un poco. Pronto comenzó la gallina a poner un huevo diario. La viejecita estaba tan contenta que decidió invitar a sus amigos a cenar en Nochevieja. Esa mañana fue al corral: la gallina había puesto su huevo de costumbre, pero como la vieja necesitaba tres más, le pidió a la gallina que los pusiera en ese momento.

Pero el animal, que nada entendía, siguió a lo suyo hasta que la vieja lo agarró por el gaznate y lo rajó en canal. Pero ningún huevo encontró y la gallina murió desangrada. Sus invitados se extrañaron al ver gallina en pepitoria en su plato y no huevos. Y la vieja no tuvo más remedio que contarles la desgracia que le había ocurrido. Todos se rieron de su ignorancia y le aconsejaron que más le valía hacer algún curso de cultura general a distancia.

Esta vieja perdió todo por no tener paciencia ni conocimientos elementales y se puso muy triste. Pero luego pensó: nunca es tarde para empezar.

¡Feliz año nuevo!

Próximo viernes: 49/¿De dónde vienen los cocos?

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