Félix Vallotton, el pintor que 'envenenó' su arte con doble moral, melancolía y aislamiento

  • Vallotton (1865-1925) fue miembro de los Nabis, un grupo de pintores posimpresionistas que apostaban por el dominio del color por encima de la forma.
  • La delicadeza de sus trabajos contrasta con leves deformaciones del cuerpo humano y una palpable incomunicación entre los personajes.
  • Una muestra reúne la obra del autor en su época más activa, en los años previos e inmediatamente posteriores a su matrimonio con una joven viuda rica.
Uno de los óleos de la muestra 'Félix Vallotton. Schöne Zeiten' ('Félix Vallotton. Momentos preciosos'), dedicada al pintor suizo
Uno de los óleos de la muestra 'Félix Vallotton. Schöne Zeiten' ('Félix Vallotton. Momentos preciosos'), dedicada al pintor suizo
Félix Vallotton - Private collection
Uno de los óleos de la muestra 'Félix Vallotton. Schöne Zeiten' ('Félix Vallotton. Momentos preciosos'), dedicada al pintor suizo

Deformaba sutilmente el cuerpo humano y representaba, en colores planos y una atrevida simplificación, escenas domésticas y burguesas supuestamente distendidas pero con una tensión y una soledad palpables. En las obras del pintor y grabador suizo Félix Vallotton (1865-1925) cada figura humana, aunque en una situación de comodidad física, parece tener problemas para comunicarse con los que le rodean y esa extrañeza se traslada también a la forma.

El artista se unió en París al grupo de pintores posimpresionistas de los Nabis, que a finales del siglo XIX exploraban el poder del color liberándolo de gradaciones y sombras, para que luciera en toda su autenticidad, en manchas de sencillos tonos que sometieran a la figura.

Luego llegó su matrimonio en 1899 con Gabrielle Rodrigues-Henriques, una joven viuda con tres hijos y más dinero del que podría gastar en toda su vida: pasó de ser un artista con dificultades económicas que se abría paso en los ambientes bohemios de París a un miembro de la alta burguesía, a la que siempre había criticado de manera indirecta en sus obras. Con el desahogo financiero el arte de Vallotton se tornó suave, más luminoso y delicado, pero no perdió las venenosas referencias al aislamiento, a la idea superficial de la respetabilidad y a la melancolía.

Un envidiable catálogo junto a una de las mejores colecciones privadas

Félix Vallotton. Schöne Zeiten (Félix Vallotton. Momentos preciosos), en el museo Kunsthaus de Zúrich (Suiza) hasta el 15 de septiembre, se centra en los cuadros que el autor pintó entre 1895 y 1912, en los años más productivos, exitosos y agitados de su vida. La exposición pone en común las numerosas obras de Vallotton que la pinacoteca tiene en sus envidiables fondos con las de una de las colecciones privadas más importantes del artista —de una pareja de dueños anónimos también establecidos en Suiza—.

Los coleccionistas ha actuado como comisarios invitados de la muestra y han dispuesto los dos grupos de obras con el fin de establecer un diálogo entre los trabajos adquiridos de forma particular y con esfuerzo durante décadas y el esplendor del catálogo de la pinacoteca, con creaciones famosas y otras apenas expuestas.

Las obras clave como Bain au soir d'eté (1892/93) (Baño en una tarde de verano) —que causó un escándalo por los numerosos desnudos imperfectos que contenía la escena—  se complementan con escenas enigmáticas de la colección privada como Sur la plage (1899) (En la playa) —de una sencillez más propia de un grabado japonés que de una pintura al óleo— o L'attente (1899) (La espera), en la que un hombre permanece escondido tras unas cortinas pendiente seguramente de la llegada de una conquista.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento