Grande, con una mesa en el centro y restos óseos: la extraña hoguera de 'Las Quemadillas'

  • Los investigadores de la Policía han coincidido estos días en que lo primero que sorprendió fue el tamaño de la hoguera.
  • Medía entre dos y tres metros de largo y había naranjos quemados hasta una distancia de más de cinco metros.
  • Se había realizado en un lugar "de paso" y "oculto" a las miradas de los vecinos.
  • Las claves del jucio | Cronología del caso.
Imagen aérea de 'Las Quemadillas'.
Imagen aérea de 'Las Quemadillas'.
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Imagen aérea de 'Las Quemadillas'.

Grande, alargada, con multitud de restos óseos y una mesa metálica muy oxidada colocada justo en el centro. Así han definido estos días de juicio a José Bretón los investigadores de la policía científica la "extraña" hoguera que se encontraron en la finca de 'Las Quemadillas'.

En la noche del mismo día que José Bretón denunció la desaparición de sus hijos, los agentes que llegaron a la parcela de la familia Bretón notaron todavía calor en esa hoguera. Indicios de que el fuego había sido muy intenso. También encontraron multitud de fragmentos que parecían ser huesos muy quemados.

No tardó en acudir al lugar un especialista de la científica que, al ver lo que tenía entre manos, requirió la presencia de un médico forense.

Mientras tanto, se inició el protocolo habitual. Inspección ocular de la zona, delimitación de la hoguera en cuadrículas y una primera recogida de muestras para tratar de determinar el origen de los restos óseos. Ni el especialista de la científica, ni el médico forense pudieron determinar el origen animal o humano de los restos, por lo que las tres muestras que se recogieron fueron debidamente clasificadas, guardadas y precintadas hasta que llegara la perito experta procedente de Madrid.

La noche cerrada impedía realizar un análisis más exhaustivo de la hoguera, por lo que fue acordonada, protegida y custodiada para evitar la manipulación de lo que parecía ser un "escenario criminal".

No era "el lugar habitual"

Con la luz del día siguiente se personaron en la finca expertos en homicidios, de la policía científica y de la unidad de delitos violentos. Todos quedaron sorprendidos al ver las dimensiones de la hoguera.

Entre dos y tres metros de largo y con naranjos quemados hasta una distancia de más de cinco metros desde el borde de la hoguera, que se había realizado en un lugar "de paso" y "oculto" a las miradas de los vecinos.

No era el lugar donde la familia Bretón hacía sus candelas, ya que junto al muro de la entrada de encontraron restos de otras hogueras mucho más antiguas.

Una vez llegó al lugar la experto perito, que había ayudado tantas veces y con éxito a la Policía Nacional, comenzó el exhaustivo análisis de la hoguera. Dos pequeñas brochas eran los instrumentos que utilizaba la perito para limpiar la zona. Otro compañero de la policía científica de Córdoba fotografiaba cada uno de los restos que se iban encontrando, y otra especialista científica de Sevilla apuntaba todos y cada uno de los comentarios que la perito quería hacer constar.

Confusión inicial con los restos óseos

El silencio era constante en el lugar. "Podéis hablar, no pasa nada", comentó en un instante la perito que, aunque era consciente de todas las miradas que se centraban en ella y la importancia de su trabajo, no recibió presión o exigencia alguna. Cada resto óseo de cada cuadrícula analizada era debidamente fotografiado y almacenado en los sobres y cajas que se habían colocado en una mesa junto a la hoguera.

Tras horas de trabajo minucioso y desechar piedras carbonizadas y otros materiales irrelevantes, se dio por concluido el análisis con un dictamen demoledor para los investigadores. Los restos parecían ser de origen animal.

Precintados en cajas con minuciosidad, los restos fueron llevados a la sede policial donde fueron custodiados bajo llave en el despacho del jefe de la policía científica de Córdoba. Allí mismo se reprodujeron una vez más las cuadrículas de la hoguera para analizar los restos antes de volver a ser precintados.

La perito se marchó a Madrid para realizar su informe, mientras que las cajas viajaron a Sevilla para su mejor custodia. Casi un mes tardó la experta en determinar que los restos óseos eran de origen animal, por lo que las cajas regresaron al juzgado de instrucción de Córdoba que llevaba el caso.

Unas muestras que no fueron analizadas hasta diez meses después, cuando el antropólogo forense Francisco Exteberría recibió la autorización judicial para inspeccionar los restos y determinar que eran de humanos inmaduros.

Fue entonces cuando la "extraña" hoguera de 'Las Quemadillas' cobró de nuevo todo el sentido que los investigadores le dieron el mismo día que Bretón denunció la desaparición de sus hijos Ruth y José.

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