"Si me reencarnara en un animal, éste sería el mejor del mundo, en un político cualquiera"

Ilustración de la 'pregunta del millón' del número de julio de 2013 de 'el mensual' de 20minutos.
Ilustración de la 'pregunta del millón' del número de julio de 2013 de 'el mensual' de 20minutos.
CARLOS PAN
Ilustración de la 'pregunta del millón' del número de julio de 2013 de 'el mensual' de 20minutos.

Desde que Buda se partiera la camisa bajo un sicomoro, las leyes del karma susurran la misma máxima: si en vida no eres compasivo, al reencarnarte serás rebajado a sucio animal. Motivo por el que en Asia se explican la superpoblación de ratas y algunos insectos, como el abyecto escarabajo pelotero.

Sin embargo, visto el espectro de humanos que nos rodean y que ascendieron, si creemos a Buda, de quién sabe si el gusano, el colibrí, u, oh, horror, la bacteria fecal... intuimos que esta ley de los ascensos cósmicos podría ser más beneficiosa en sentido inverso. Mejor descender. ¿Quién no cambiaría su vida de terror hipotecario por la libertad de un chimpancé bonobo en un paraíso tropical? Fruta, ejercicio y mucho sexo. ¿No venden así los yogures? ¿Y quién no dejaría las miserias cotidianas por surcar los cielos como majestuosa ave migratoria?

Aspirantes a budistas sensibles

"Me reencarnaría en el que fuese, descartando borrego y humano", nos escribe Torrente. Los humanos aún recordamos al animal que llevamos dentro, ese que amaba a los suyos en la cueva y que olía las posaderas en señal de respeto (última cosa esta que el progreso no modificó sustancialmente). ¿Seguro que ser humano es la mejor opción que podía depararnos el cosmos? ¿En qué animal te reencarnarías?

Los lectores de 'el mensual' de 20minutos han comprendido a la perfección esta ley cósmica. "Me reencarnaría en una bomba de 800.000 megatones", suelta CachoGato. Bueno, no exactamente... "Me reencarnaría en un águila. Es el ave más longeva, pudiendo vivir hasta 70 años, y además no tiene depredador. Siendo un águila llegaría a cualquier lugar, ¡viéndolo todo desde la única perspectiva que nunca llegaré ver!", explica Pedro Pleguezuelo. Ahora sí. Le concedemos el premio al turista budista. Compasivo y poético. El águila, bichito que come conejos.

El siguiente premio al budista sensible es para ¡Irene Granados! Por la chica a la que susurraban los humanos. "Si me volviera a reencarnar sería de todo: un caballo (son inteligentes y tienen mucho brío) o un ave (vuela y va al aire libre)". Se nos pone la piel de gallina y sin querer reencarnarnos en ella, ¿eh?. "Me reencarnaría en otro ser humano, que no deja de ser otro animal", dice Adhominem. Respuesta sabia y muy zen. Pero hasta aquí llegó el budismo y la recta virtud.

El animal interno empieza a desbocarse. Buda llora en las esquinas. Los bonobos son devorados en el lecho del río por una marabunta de lectores enfurecidos. Llega el momento de la ¡naturaleza brutal! "En una paloma, para cagarme en todos los políticos que nos han jodido de lo lindo», gruñe Agnosia. "En una abubilla, para hurgar en la mierda del personal", grazna John Luther. "En un elefante, para aplastar y triturar los mil y un coches que hay en Madrid", ruge Naranja.

Los lectores reencarnándose en escarabajos toca peloteros. Bichejos que le escupen a uno sin previo aviso. Molestos alaridos nocturnos. Muerte por mordisco de castor. E incluso... "En el mejor del mundo, en un político cualquiera", se reencarnaría Amalio33. Mala leche.

Sin duda, entre los vengativos reencarnados la especie que más asusta es como siempre la más pequeña. Tóxicos como Napoleón, Franco, Hitler, Stalin o la varicela. "En un virus mortal para el humano y que no se salve ninguno... No merecemos el suelo que pisamos, somos como el rey Midas, pero con la diferencia que todo lo que tocamos lo trasformamos en mierda", nos petrifica Unomasdelmonton. Si todos los del montón son así, nos encomendamos al dios de las polillas (cuyo panteón, por cierto, debe estar en el armario de los abuelos).

Suerte que Charon nos rescata de la oscura noche, aunque advertimos, con humor malo y simiesco. La barbaridad de a continuación no es apta para pingüinos beatos: "¿Tú en que te reencarnarías? Yo en un águila. ¿Y tú? Yo en un perro. Pero, ¿por qué en un perro? ¿El águila se la chupa a sí mismo?". STOP.

Cruzamos la línea roja. Animalizados. El Karma se ha girado en contra. "Prefiero no reencarnarme, ya que con la crueldad que se trata a la mayoría, preferiría no tener que pasar por ello... ¡Llámame egoísta!", alega Pícara, con la cordura de un rumiante en la antesala del matarife. Nos quita un peso de encima y hasta la promesa del jugoso entrecotte. Racionales. Pues éramos animales racionales, ¿no?

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