Marido de Rosa Galera dice que el arma disparó "accidentalmente" y no saber porqué la degolló

Vecinos de Fines llegados en dos autobuses han apoyado a la familia de la víctima y han protagonizado momentos de tensión con el acusado
El acusado de matar a Rosa Galera, en primer plano, durante la primera sesión
El acusado de matar a Rosa Galera, en primer plano, durante la primera sesión
EUROPA PRESS
El acusado de matar a Rosa Galera, en primer plano, durante la primera sesión

Óscar P.F., autor confeso de la muerte en mayo de 2011 de su esposa, Rosa Galera, en Fines (Almería) ha asegurado este martes ante jurado popular que no se "reconoce" cuando piensa en el "acto cruel" que cometió y ha alegado estar bajo los efectos de las sustancias estupefacientes y el abuso de alcohol cuando perpetró el crimen. Ha sostenido que el arma de fuego, "un trasto artesanal", según la ha descrito, que portaba se disparó de forma "accidental" pero no ha dado respuesta al ser interpelado acerca de porqué, a continuación, la degolló con una navaja.

"Se disparó sola la pistola. No lo sé, fue muy rápido. No entiendo porqué le di un corte en el cuello. No debía de haber pasado. Nada debía haber pasado. Estaba cegado. Llevo dos años dándole vueltas y no se porqué pasó", ha afirmado a preguntas del fiscal el procesado, quien a lo largo de toda la sesión se ha mostrado visiblemente nervioso y alterado, y se ha encarado en varias ocasiones con las acusaciones y con la presidenta del tribunal, la magistrada Lourdes Molina, quien, en hasta cuatro ocasiones, le ha advertido con expulsarle de la sala.

Óscar P.F., quien en todo momento ha exculpado al otro implicado en la causa, F.J.R.F., acusado de encubrimiento, se ha mostrado reacio en un principio a detallar lo que paso en la mañana del 31 de mayo de 2011 y ha remitido a su declaración ante el juzgado instructor al tiempo que ha usado en la mayor parte de su testimonio el modo condicional en los verbos alegando no recordar lo que hizo mientras repetía su "arrepentimiento". "Cuando vi que era verdad la desgracia, que no era una pesadilla —cuatro días después del crimen—, colaboré con la Guardia Civil y dije donde estaba el cuerpo para que descansara en paz", ha trasladado a preguntas de su defensa.

"No tengo claro lo que pasó", ha apuntillado en repetidas ocasiones el procesado, quien, después de quitarle la vida a su mujer, con quien llevaba meses separado y tiene una hija de ocho años, fue a su casa a cambiarse de ropa "porque me sentía asqueroso" y luego a 50 kilómetros de su pueblo a enterrar el cadáver en una cueva ubicada en un paraje "inhóspito" del desierto de Tabernas. A continuación, tal y como ha explicado al tribunal, fue a la barriada almeriense de El Puche a "pillar droga". "Me machaqué dos gramos de revuelto e imagino que ya me tranquilicé", ha dicho.

En su interrogatorio el acusado ha dejado entrever la línea principal de su defensa, que alega, según ha trasladado su letrado en su alegato inicial al jurado popular, que actuó bajo "un estado pasional, que le llevó a cometer una locura, sobrepasado por las circunstancias de que ella se negara a hablar y a reanudar la relación" y sostiene que, en el momento de cometer el crimen, "estuvo ausente de sus facultades por el consumo de alcohol y estupefacientes", por lo que, a su juicio, no sería responsable penalmente de sus actos.

Las acusaciones, por su parte, han remarcado ante el tribunal que las circunstancias en las que quitó la vida a Rosa Galera son "todo lo contrario" a lo descrito por la defensa y han insistido en que Óscar P.L., al matarla, no estaba "obcecado" sino actuó bajo un plan. "Compró el arma de fuego, cogió una navaja, la llevó a un lugar apartado, a una hora intempestiva, le pegó dos tiros y, por si fuera poco, la degolló. Quiso matar, no estaba enajenado, puso todos los medios para hacerlo y conscientemente quería. Hizo lo que quiso y pudo haberlo evitado", han asegurado.

Al ser interpelado por las armas homicidas, ha asegurado que "probablemente" las tiró como las herramientas usadas para el enterramiento. Ha justificado que tuviese un arma de fuego en que tenía "muchos problemas de pago con puntos de venta de droga" y la posesión de la navaja en que era "coleccionista" aunque, a preguntas de la presidenta del tribunal, ha reconocido que solía llevarla nunca encima. Ha descrito su relación "con discusiones, como las de las demás parejas" y ha rechazado, que tal y como sostiene algunos testigos, amenazase de muerte a la víctima o alertase a los familiares de que les iba a dar "una sorpresa".

Acusación fiscal

Ante las remisiones constantes que el procesado ha hecho a sus declaraciones ante la Guardia Civil y en instrucción, el fiscal ha solicitado al tribunal la incorporación de estos testimonios a las actas para el jurado, lo que ha sido admitido. De hecho, su argumento más repetido ante las interpelaciones de las acusaciones ha sido: "Si eso lo pone así, supongo. Es lo más aproximado de lo que pudo pasar porque no me acuerdo, intento olvidarlo todos los días. Se me escapó de las manos. Fue un par de segundos. Visto y no visto. No sé porqué me dio eso".

El escrito de acusación fiscal recoge que Óscar P.F., quien llevaba varios meses "separado de hecho" de la víctima, preparó a primera hora de la mañana del 30 de mayo de 2011 el asesinato y que, con la "clara finalidad de acabar con su vida", tomó una pistola de fabricación artesanal, que cargó con dos proyectiles de 12 milímetros, y una navaja.

A continuación, salió a la calle y abordó a Rosa Galera cuando circulaba en su turismo por el Polígono Industrial de Fines. Ella detuvo la marcha y, "confiada en el recto proceder" de su marido, permitió que entrase en el coche y se sentase en el asiento del copiloto. Tras esto, reanudaron la marcha hasta que él le mandó parar recorridos unos cuantos metros.

Según el Ministerio Público, una vez estacionado el vehículo, el procesado "puso en ejecución sus designios criminales" y "de forma sorpresiva e inesperada para la víctima, que nada pudo hacer por defenderse", le disparó a quemarropa a la altura del abdomen. Cuando ella estaba "aturdida", Óscar P.F. asió la navaja y la degolló. El fiscal recoge, que antes de que Rosa muriese asesinada, le dio un segundo corte de más de once centímetros en uno de sus muslos y efectuó otro disparó que rompió el cristal de la ventanilla.

Una vez consumado el crimen, el acusado llevó el coche a una vía verde del municipio y trasladó el cadáver al maletero "para que no pudiera ser visto por ningún viandante". A continuación, fue hasta su domicilio, se cambió de ropa y salió a buscar a su amigo F.J.R.F, a quien le contó lo que había hecho y le pidió ayuda para ocultar el cuerpo.

"información sesgada y parcial"

Tras proveerse de picos y palas, se dirigieron hasta la "Ramblilla de las Vacas', en el término municipal de Tabernas y unos 51 kilómetros de Fines, y enterraron el cadáver en una cueva natural, lugar en el que fue encontrado por la Guardia Civil tres días después gracias a las "información sesgada y parcial" que fueron obteniendo los investigadores del presunto encubridor.

Para llegar hasta esta zona, "inhóspita y abandonada", cada uno fue en un vehículo. Óscar P.F. se deshizo del turismo de la víctima abandonándolo en una zona conflictiva de la capital almeriense mientras que F.J.R.F., según el fiscal, regresó a Fines y le recogió en la barriada de El Puche al día siguiente. Ninguna de las armas homicidas fue encontrada durante la instrucción.

El escrito, en el que se interesa que indemnice a su hija menor de edad con 150.000 euros y a los padres de Rosa Galera con un total de 100.000 euros, señala que el procesado tiene una dependencia moderada a los opiáceos y a la cocaína, lo que, remarca, "no le afecta a sus capacidades de entender la naturaleza y trascendencia de los hechos que se le imputan ni actuar conforme a ese conocimiento".

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