El periplo del cuadro
Felipe IV encargó a Velázquez el retrato, que llegó a Francia en 1654 y desde entonces decoró la habitación de la reina de Francia durante más de un siglo y sólo ha salido del palacio (el actual Museo del Louvre) para exposiciones recientes, recuerda Sélès.
"Está reconocido como un original y evidentemente se expone como tal", subraya el administrador, que argumentó que de 53 publicaciones que se le han consagrado, en 47 se le cataloga como un cuadro pintado únicamente por Velázquez, en cuatro elaborado por el genio español y por miembros de su taller (en particular por Mazo), y en sólo dos por los ayudantes del pintor.
Además, insiste en que "todos reconocen la innegable calidad del cuadro", que en los últimos quince años se ha expuesto en diversas ciudades fuera de Francia, como México, Bolonia, Moscú o Tokio, y siempre atribuido sólo a Velázquez.
Considerado original desde su llegada al Louvre
"Es aventurado únicamente sobre la base de tres breves citas, relegar al estatuto de simple copia esta obra considerada desde su llegada al Louvre en 1654 un original del artista y confirmada en este estatuto por decenas de historiadores del arte desde entonces", remacha.
Copia de taller
'Libération' no se muerde la lengua y, por la voz del propio periodista que había hecho resurgir la polémica a comienzos de mes Vincent Noce, defiende que en su primer artículo se había limitado a "señalar que el 'Velázquez' expuesto en Atlanta era hasta ahora considerado una copia de taller".
"El hecho es que los reconocidos especialistas (López Rey, Javier Portus, que representa nada menos que al Prado o Juliet Wilson-Bareau ahora omitida) consideran que este retrato una pintura de taller", explica Noce.
Añade el periodista que en el catálogo de la colección española de 2002 se decía que el busto se había copiado del retrato de la infanta que había hecho Velázquez para el emperador de Austria, y que el genial artista debió haber intervenido para pintar la cara.
Por si fuera poco, Noce alude al hecho de que un antiguo presidente del Louvre, Pierre Rosenberg, que trabajó previamente 32 años en el departamento de pinturas, había declarado que la ausencia de Velázquez era "el agujero más cruel" del gran museo francés.
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