La droga que más adictos lleva a desintoxicación ya no es la coca ni la heroína, es el alcohol

  • El 41% de los asistidos en Proyecto Hombre en 2012 fue por enganche al alcohol.
  • Hay cuatro perfiles de drogodependientes que piden ayuda profesional: alcohólico, cocainómano, policonsumidor y adicto al cannabis.
  • Los expertos deducen que ha habido un trasvase del consumo de coca al alcohol.
  • "El alcohol sube de una forma espectacular. Es algo barato para evadirse".
  • Carlos, 33 años: "Salía a tomar una cerveza y volvía tres días después".
  • Este miércoles 26 de junio es el Día Internacional contra las Drogas.
Tres miembros de Alcohólicos Anónimos, en la sede central en Madrid capital.
Tres miembros de Alcohólicos Anónimos, en la sede central en Madrid capital.
Jorge París
Tres miembros de Alcohólicos Anónimos, en la sede central en Madrid capital.

Está en las cañas del apertitivo. Sobre la mesa en las bodas, cenas navideñas y demás fiestas de guardar. En combinados noctámbulos y de botellón. Acompaña a las celebraciones, ahoga las penas y enmascara las ansiedades. Está al alcance de la mano, y casi de cualquier bolsillo, junto a los yogures en el súper. Es el alcohol: la droga que más adictos lleva hasta las ONG que ayudan a la desintoxicación.

El 41,7% de los atendidos por Proyecto Hombre en 2012 tenían el alcohol como la principal sustancia problemática. En la foto fija que esta ONG saca del drogodependiente en rehabilitación, aparecen cuatro adictos. El alcohólico se coloca en primer plano. Con 42 años de media, acumula 19 de consumo antes de iniciar tratamiento. Le acompaña, hombro con hombro, el consumidor de cocaína (31,4% de los atendidos), con un perfil de treintañero que hace doce años se metió su primera raya. Detrás se ve al heroinómano (17%) que no se inyecta, fuma, y se ha vuelto policonsumidor, en busca de un subidón efectivo. Y por una esquina del encuadre irrumpe un cuarto adicto: es un joven cuyo principal enganche, el cannabis, está paralizando su proyecto de vida (7%).

El delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre las Drogas, Francisco Asís Babín, se presta a comentar la foto. "Si hablamos de consumos con potencial adictivo, los que más nos preocupan son el alcohol y el cannabis. Todas las ONG dedicadas a la asistencia nos comunican un incremento de peticiones de ayuda por alcohol", reconoce. La pregunta es lógica: ¿Se bebe más por la crisis? El delegado del Gobierno puntualiza que los datos que maneja sobre el consumo van a la baja, pero no descarta que la crisis haya llevado a "personas que ya tenían problemas con el alcohol a demandar asistencia en virtud de la dificultad de mantener el nivel de gasto de ese consumo". Otros especialistas aprecian, además, un trasvase de adictos de la ilegal y cara cocaína al asequible y legal alcohol.

Listas de espera

La imagen que proyecta el informe de los atendidos por Proyecto Hombre, realizado en colaboración con la Obra Social La Caixa, sugiere a Joan Carles March, investigador de la Escuela Andaluza de Salud Pública, que vivimos un momento "complicado". Este especialista en adicciones señala que "la gente no tiene dinero y busca drogas baratas que consigan efectos importantes, de ahí que el alcohol esté subiendo de una forma espectacular". March recuerda que en las últimas encuestas aflora un incremento en el consumo de ansiolíticos y, particularmente, expresa su preocupación por "la aparición continua de nuevas drogas de síntesis, con consumo es minoritario, pero cuyos efectos se desconocen". En cuanto a la asistencia a los drogadictos, él redoblaría los esfuerzos en atender al policonsumidor, el que combina varias sustancias, cuyo tratamiento exige de mayor personalización.

El director de Proyecto Hombre, Francisco Recio, no se explica como —teniendo España el récord europeo de consumo de cocaína y sabiendo que el alcohol causa más de 10.000 muertes al año— la sociedad española ha relegado el problema de la drogas tan al fondo del saco de las preocupaciones. "Será que ya no se ven 'yonquis' de jeringuilla en la calle y la sociedad no lo percibe como un problema colectivo", se lamenta.

Una menor sensibilización social supone, según su experiencia, una dilatación del tiempo que los enfermos adictos tardan en pedir ayuda profesional —que oscila de los 5 años del cannabis, a los 11,5 años de la cocaína o los 20 del alcohol—, plazos que se han propuesto acortar para mitigar daños. La ONG, que presta servicio al año a 18.000 toxicómanosj cada año, estudiará como mejorar la asistencia de las mujeres, más reacias a acudir a tratamientos.

Las demandas de ingreso en programas de desintoxicación van a más, mientras las ayudas públicas al sector van a menos. La falta de fondos ha abocado al cierre a numerosos dispositivos en toda la geografía y ha supuesto el adelgazamiento de plantillas en las entidades con mayor implantación, explican en las ONG. Los efectos más inmediatos: la aparición de las listas de espera y del "efecto puerta giratoria" que obliga a los adictos a dar tumbos por la red asistencial.

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