Cuatro soldados estadounidenses acusados de asesinato por la muerte de 24 civiles en Irak

  • Es la primera acusación formal contra los soldados que participaron en la acción el 19 de noviembre del 2005.
  • Los marines abrieron fuego de manera indiscriminada, tras un ataque contra ellos.
  • Uno de ellos, el sargento Frank Wuterich, asesinó supuestamente a doce iraquíes.
Familiares identifican a los cadáveres de los civiles muertos en Hadiza (Foto: Reuters)
Familiares identifican a los cadáveres de los civiles muertos en Hadiza (Foto: Reuters)
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Familiares identifican a los cadáveres de los civiles muertos en Hadiza (Foto: Reuters)
El Cuerpo de Marines de Estados Unidos presentó hoy cargos contra ocho soldados por la muerte de 24 civiles desarmados en la localidad iraquí de Hadiza, en el caso más grave de presuntos crímenes de guerra por parte de las tropas de EEUU en Irak.

Cuatro de los militares fueron acusados de asesinato, mientras que los otros cuatro se enfrentan a cargos por no informar de los hechos, no investigarlos, hacer declaraciones falsas o por obstrucción a la justicia.

Se trata de la primera acusación formal contra los soldados que participaron en la supuesta matanza en Hadiza el 19 de noviembre de 2005 y contra militares que aparentemente ocultaron lo que realmente pasó en esa localidad suní a unos 200 kilómetros al noroeste de Bagdad.

Según testigos iraquíes, los marines abrieron fuego de manera indiscriminada contra los civiles en represalia por un ataque con bomba contra su patrulla, en el que murió el soldado Miguel Terrazas, de 20 años, y otros dos militares resultaron heridos.

Quien se enfrenta a la acusación más grave es el sargento Frank Wuterich, que comandaba la patrulla de cuatro vehículos implicada en el incidente.

El marine presuntamente asesinó a doce iraquíes y ordenó a sus subalternos matar a otras seis personas en una casa, delitos por los cuales podría ser condenado a una pena máxima de cadena perpetua.

Además, el sargento Sanick de la Cruz está acusado del asesinato de cinco personas, el cabo Justin Sharratt de tres iraquíes y el cabo Stephen Tatum de dos, así como del homicidio de otras cuatro personas.

El oficial de mayor graduación implicado es el teniente coronel Jeffrey Chessani, acusado de no informar sobre los hechos a sus superiores o no investigarlos adecuadamente, un delito por el que podría pasar tres años en la cárcel, como máximo.

El teniente Andrew Grayson, el capitán Lucas McConnell y el capitán Randy Stone también fueron acusados de negligencia en el deber, por no comunicar o investigar los hechos, entre otras faltas.

Mintieron a sus superiores

Las muertes en Hadiza, una localidad de mayoría suní, pasaron desapercibidas cuando se produjeron.

Los soldados dijeron a sus superiores que los civiles perecieron en el ataque con bomba contra su patrulla y en un tiroteo posterior con insurgentes, una versión que aún mantienen sus abogados.

Esa es también la versión que el Pentágono hizo pública en noviembre de 2005 en una declaración, como reconoció hoy el coronel Stewart Navarre, quien anunció el procesamiento de los soldados en una rueda de prensa en la base de Camp Pendleton, en California.

"Ahora sabemos con seguridad que el comunicado de prensa era incorrecto y que ninguno de los civiles murió a causa de la explosión", dijo.

Las acusaciones de que pasó algo muy diferente salieron a la luz en marzo, cuando la revista estadounidense Time y algunas emisoras de televisión en Oriente Medio divulgaron un vídeo grabado por un estudiante de periodismo iraquí que muestra que algunas de las víctimas murieron por tiros a quemarropa, según los expertos.

El Pentágono abrió dos investigaciones ese mes, una centrada en los ataques y las muertes, y otra en los procedimientos seguidos posteriormente por los marines para averiguar si hubo algún encubrimiento.

"La comunicación del incidente a la cadena de mando fue incorrecta y no se produjo a su tiempo debido", señaló Navarre.

Los soldados ahora tienen derecho a una audiencia ante un juez militar, que determinará si existen suficientes pruebas como para llevarlos ante una corte marcial.

La revelación de los detalles de las muertes en Hadiza fue un golpe para la imagen de Estados Unidos.

El propio presidente George W. Bush se vio obligado a intervenir en mayo, cuando prometió que los culpables serían castigados y afirmó que la investigación de los hechos sería "independiente de la Casa Blanca

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