Erdogan recurre al "divide y vencerás" para neutralizar las protestas en Turquía

Dos activistas permanecen en una barricada situada a la entrada del parque Gezi en Estambul.
Dos activistas permanecen en una barricada situada a la entrada del parque Gezi en Estambul.
SUNA / EFE
Dos activistas permanecen en una barricada situada a la entrada del parque Gezi en Estambul.

El Gobierno turco está recurriendo a la vieja estrategia de dividir al enemigo para vencerlo con el objetivo de rebajar la tensión y acabar con la ocupación del parque Gezi de Estambul, el fenómeno más mediático y simbólico de la ola de protestas contra su gestión.

El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha dado en los últimos días un matiz a su discurso de frontal desprecio a los miles de jóvenes que se han manifestado contra él en todo el país, especialmente en Gezi y la plaza Taksim de Estambul.

De calificarlos a todos como "saqueadores" o "terroristas", Erdogan ha hecho ahora un llamamiento a que quienes ocupan el parque por un ideal ecologista —para salvarlo de la destrucción— se vayan a casa tras prometer el Gobierno que, de momento, no reurbanizará la zona.

El viernes pidió a los jóvenes del parque que lo abandonen y dejen a solas a las "organizaciones ilegales" frente a frente con el Gobierno.

Finalmente, este mismo sábado el primer ministro turco ha dado un últimatum a los manifestantes diciendo que la Policía desalojará este domingo por la fuerza a quienes sigan ocupando el parque Gezi de Estambul.

Quiere "rebajar la tensión"

"El Gobierno está tratando de rebajar la tensión, sobre todo internacional. Quiere dividir la protesta entre la lucha política y la lucha medioambiental", explica Murat Öztürk, sociólogo de la Universidad Kadir Has de Estambul.

Aunque la defensa del parque y la dura represión de un pequeño grupo de conservacionistas fueron los detonantes de las protestas, las demandas ciudadanas van ahora más lejos y apuntan al estilo autoritario de Erdogan y la sensación que muchos tienen de que está imponiendo normas acorde con el programa islamista de su partido.

Según Öztürk, reducir el malestar ciudadano a una cuestión medioambiental es más fácil de manejar que lidiar con una crisis política.

Este investigador de la transformación social y económica de Turquía recordó que uno de los elementos claves de esta revuelta es la unión de muchos sectores sociales, desde la minoría religiosa aleví, los kurdos, partidos de izquierda, profesionales liberales y muchos jóvenes sin afiliación política.

"La fuerza del movimiento en Turquía es su capacidad de unir a grupos muy diferentes. Si se separan, los que sigan serán aplastados y habrá una desmoralización", coincide el conocido escritor y cineasta anglo-paquistaní Tariq Ali, que ha seguido de cerca las protestas.

"Con el dinamismo y la fuerza de nuestra lucha, que se ha extendido a todo el país e incluso al mundo, vamos a seguir la resistencia contra todo tipo de injusticias", indicó este sábado en un comunicado la red Solidaridad con Taksim, que representa de forma oficiosa a los manifestantes.

Pretenden quedarse en el parque

Beycan Taskiran, portavoz de este colectivo, explica que miles de personas han participado en asambleas durante la noche y que la tendencia generalizada es a quedarse, hasta que el Gobierno cumpla sus demandas.

Las exigencias siguen siendo las mismas: Que el parque no sea destruido, que se castigue a los máximos responsables de los abusos policiales, que se ponga en libertad a los detenidos, que se prohíba el gas pimienta, usado masivamente por los antidisturbios, y que no se limite el derecho de reunión en las plazas públicas.

Para mantener esa unidad, los acampados en el parque han abierto el debate sobre retirar los eslóganes y símbolos de los numerosos partidos y organizaciones que llenan el parque e impedir así que Erdogan use la excusa de que hay grupos "radicales" para expulsar a los ocupantes.

"El hecho de que haya distintas voces es una señal positiva que muestra que no se acepta a Solidaridad con Taksim como una autoridad única. Cuando tanta gente se reúne, se asume que se comportarán como ovejas y seguirán a la que vaya primera", analiza la activista de derechos civiles Merve Alici.

Para Alici, esta pluralidad muestra que la gente está en Gezi "en representación propia y no como engranajes en una maquinaria".

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