La confusión protagonizó el estreno del Registro de Testamentos Vitales. El servicio para dejar constancia del tratamiento médico que se desea en caso de enfermedad grave lo inauguró el viernes un anciano que quería dejar su dinero a una orden religiosa sin que lo supiera su familia.
Tras la anécdota curiosa, ayer se tramitaron las dos primeras declaraciones de las últimas voluntades médicas.
El registro atiende a dos personas cada día, hasta que los responsables vean las necesidades de tiempo y personal que requieren.
El teléfono de cita previa (914 000 000) ha recibido ya 131 solicitudes y se está dando cita para marzo.
Casos especiales
En su mayoría, los primeros en apuntarse al registro son gente "sana y no muy mayor"para sorpresa del director de Atención al Paciente, Jorge Fernández Ordás, que preveía la afluencia de "pacientes con enfermedades degenerativas o críticas".
El registro está en la calle Sagasta, 6, y está pensado para que las personas puedan dejar constancia, por ejemplo, de que no quieren que se les prolongue la vida con enfermedades irreversibles. Los hospitales tienen acceso a la información vía digital.
Hay casos especiales, como los Testigos de Jehová –que no admiten transfusiones–. La Comunidad ha pactado que sean sus representantes los que tramiten los deseos de sus 12.000 practicantes y así evitar colapsos en el registro.
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