Takayuki Maekawa, el fotógrafo que anhela retratar "el cuerpo y el alma" de los animales salvajes

  • El fotógrafo japonés, que acaba de ganar el premio Nikkei National Geographic, se enfrenta a la fauna convencido de que los animales son capaces de posar.
  • Desde 2000 ha viajado por África, Asia y América del Norte para fotografiar osos, jirafas, leones, grandes primates, águilas...
  • En su primera exposición en Nueva York muestra conmovedores retratos donde los ojos de los mamíferos y aves son "ventanas que dejan ver el interior de sus almas".
Chimpancé retratado por Maekawa en Kibale, Uganda
Chimpancé retratado por Maekawa en Kibale, Uganda
© Takayuki Maekawa / Courtesy Steven Kasher Gallery
Chimpancé retratado por Maekawa en Kibale, Uganda

La primera vez que el fotógrafo Takayuki Maekawa (Tokio-Japón, 1969) se enfrentó cara a cara con un animal salvaje, un ciervo, no fue capaz de accionar el disparador de la cámara. Sintió que estaba a pocos metros, compartiendo el mismo suelo, de un ser vivo "que era algo más que un animal, una especie de alienígena".

Desde entonces ha aprendido mucho —es uno de los más aplaudidos profesionales de la riquísima escuela japonesa de la fotografía de animales en libertad— y ahora opina de otra forma. Sostiene que los osos grizzly o polares, las águilas imperiales, los leones y los grandes primates que retrata a poca distancia son capaces, como los seres humanos, de posar y mostrar parte de su espíritu cuando son enfocados por una cámara, y ha aprendido que los ojos de los mamíferos y aves que retrata con constancia son "ventanas que dejan ver el interior de sus almas".

Reverencia por los modelos

Maekawa, que ganó en enero la primera edición del Nikkei National Geographic Photo Prize, expone por primera vez en los EE UU una selección de los conmovedores retratos que ha realizado desde 2000 en África, Asia y América del Norte. La antología, que estará en cartel en la galería Steven Kasher de Nueva York entre el 13 y el 29 de junio, muestra la reverencia que el fotógrafo siente por sus modelos, el profundo respeto con que aborda los encuentros y sus espectaculares resultados.

Las águilas que luchan por un pedazo de carne, el oso que parece dispuesto a esperar por la foto antes de dar el primer bocado al salmón que acaba de pescar, el chimpancé abstraído en el tronco de un árbol o el soberbio dinamismo de la leona que salta sobre un búfalo demuestran la conexión emocional del fotógrafo con sus animales. Los retratos siempre son de una exquisita sinceridad.

Meses de paciencia para hacer una foto

Paciente en grado extremo y contrario al empleo de técnicas de fotografía robótica o con sensores de movimiento como las utilizadas por otro gran especialista japonés, Manabu Mizayaki, que no siquiera está presente cuando se acciona el disparador, Maekawa tarda  meses en hacer algunas de las fotos en espera del momento ideal.

Su secreto, dice, es que se siente capaz de empatizar con los animales salvajes sin aparente esfuerzo, y ya no siente que sus modelos sean, como el primer ciervo, seres de otro planeta. Ahora es capaz de ver otras connotaciones en las especies que comparten la Tierra con los humanos: "Los animales salvajes son seres pequeños, casi insignificantes, pero el poder de su sentido de la vida probablemente provenga de la capacidad de vivir el momento, tanto en alma como en cuerpo".

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