El celador de Olot hizo del geriátrico "su laboratorio de muerte", según el psiquiatra de Brians

Joan Vila intentó falsear los test psicológicos para parecer una persona "más trastornada"
El celador de Olot, durante el juicio
El celador de Olot, durante el juicio
EUROPA PRESS
El celador de Olot, durante el juicio

El jefe del servicio de psiquiatría de Brians, Álvaro Muro, ha expuesto que el celador de Olot acusado de matar a once ancianos en el geriátrico La Caritat, Joan Vila, convirtió eso en su propio laboratorio de la muerte, ya que le suponía una gratificación y le llenaba".

"No digo que sea un sádico de estructura, pero sí tiene impulsos sádicos, ya que ve sufrir a sus víctimas y vuelve a utilizar el mismo método", ha manifestado Muro, médico psiquiatra que trató a Vila durante su estancia en Can Brians, en su declaración de este jueves en el Palacio de Justicia de Girona.

De hecho Muro ha hablado de "dedicación patológica" de Vila hacia sus víctimas y los familiares.

Muro también ha manifestado que el celador tenía un trastorno depresivo mayor moderado, pero que nada de esto "alteraba o disminuía su competencia mental" ni le impedía discernir lo correcto de lo incorrecto ni lo legal de lo ilegal.

En relación a la motivación que llevaba a Vila a cometer los asesinatos, Muro ha afirmado que lo hacía "en beneficio propio, para ser alguien".

Para el psiquiatra, el argumento de que Vila no sabía que los cáusticos provocarían quemaduras y harían sufrir a las víctimas tampoco es válido ni cierto: "admitió que vio sufrir y mal morir a la primera víctima, a la que reconoció haberle suministrado cáusticos", ha dicho.

En este sentido, Muro ha añadido que el celador no es que tenga ausencia de culpa, "si no que existe disminución de la empatía", por lo que no cree que sea válida la justificación del celador cuando dice que ayudaba a morir a pacientes que sufrían.

Pericial psicológica

Este jueves por la mañana también han declarado ante el jurado popular los psicólogos que visitaron al celador de Olot más de un año después de que estuviera en prisión, los doctores han explicado en su declaración que el procesado intentó falsear los test psicológicos "para mostrar una imagen de una persona mucho más trastornada".

Vila fingió tener problemas mentales manipulando las respuestas que daba en los test y el intento de engaño llegó a tal punto que dio positivo en todos los trastornos posibles: "dio positivo en depresión, ansiedad, paranoia. En todo, absolutamente en todo", han manifestado los peritos Josep Ramon Juárez y Margarita Serra.

Estos psicólogos han expuesto que Vila es una persona normal, "con personalidad decaída, con dificultades de relacionarse y frío a la hora de demostrar emociones"; y que además sabía distinguir el bien del mal perfectamente y sin ningún tipo de duda.

El celador contó a estos peritos que en un momento de euforia se dio cuenta de que podía reducir el sufrimiento de una anciana —la primera víctima— y que entonces decidió "ayudarla a morir mediante una mezcla de medicamentos a los que tenía acceso".

"Nos explica que su intención era que dejaran de sufrir para evitarles la agonía", ha explicado Juárez, que ha añadido que para Vila era un acto bondadoso y que tenía la tranquilidad de que no sería descubierto porque había realizado los cuidados correspondientes para ello; y que es bajo presión policial cuando confiesa sus tres últimas víctimas.

"Se sentía como si fuera Dios, nos lo dice directamente y nos explica que tenía esa posibilidad de anticipar el tránsito de los ancianos y que esto le hacía sentir como Dios", han expuesto los psicólogos.

Además, les reconoce que no tiene sentimientos de arrepentimiento: "nos dijo reiteradamente que no se sentía arrepentido y que lo volvería a hacer, aunque sabía que era ilegal, pero que no lo tenía en cuenta porque lo veía como un acto bondadoso, de hacerle un favor a la persona que estaba sufriendo", ha contado Juárez.

Harto de "culos arrugados"

Este jueves por la mañana también han declarado el director de La Caritat y expsicólogo de Vila, Joan Sala, y otra de las psicólogas de lo trató, Núria Perich; ambos han coincidido en definirle como una persona con "personalidad obsesiva, trastorno ansioso depresivo y de baja autoestima".

Perich ha manifestado que a principios de 2010 le detectó un cambio de actitud, que estaba más estresado y que le reconoció que se estaba planteando un cambio de trabajo; "me sorprendió una expresión que usó, me dijo que estaba cansado de culos arrugados".

Una versión que se contradice claramente con lo que contó a Juárez y Serra, ya que a ellos les manifestó que estaba muy satisfecho en el trabajo y que no estaba cansado de éste: "nos dijo que le llenaba la vida, que era lo único que le motivaba a vivir", ha dicho Serra.

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