"Hemos pagado el viaje con un préstamo"

Centenares de afectados de Air Madrid esperaban ayer poder volar en Barajas.
Paul y Familia, que tenían que volar ayer. (Jorge París)
Paul y Familia, que tenían que volar ayer. (Jorge París)
Paul y Familia, que tenían que volar ayer. (Jorge París)
"Teníamos que volar hoy a Quito, y nadie nos explica nada, llamé a Fomento y me mandan para Air Madrid", dice desesperado Paul (omite su apellido), de 31 años, padre de dos niños que iban a ser bautizados el sábado 23 de diciembre, en la parroquia de México Chimbacalle (Quito). "Llevamos cinco años en España y ésta era la primera vez que regresábamos", asegura.

Le acompañan su mujer, Gladys, también de 31 años. Los dos trabajan de camareros en Leganés y han pagado 12.000 dólares para el bautizo de los dos pequeños: Tábata, de diez años, que necesita este rito para confirmarse, y Brian, de dos. Más de 100 personas les esperan para el convite. "Hemos tenido que pedir un préstamo para pagar el viaje (1.250 euros los adultos y 680 los niños), y nos dicen que no recuperaremos la vuelta, y los vuelos cuestan en estas fechas 2.900 euros".

A unos metros, y con su niñita de un año a cuestas, vemos a otra joven. Sin más información que la confusión, confidencias y rumores entre afectados. Atada al clavo ardiendo de una reclamación que tiene que llegar a tiempo: "Tengo que volar ya, por Dios".

Alejandra Estrada, ecuatoriana de 26 años, llegó ayer a las 13.30 horas a la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas procedente de Milán, ciudad en la que trabaja como asistente doméstica. Su paso por Madrid iba a ser un trámite, tenía que enlazar con un vuelo de una "compañía barata", Air Madrid, con destino a Quito.

Su sorpresa vino cuando iba a facturar en el aeropuerto de Milán: "La maleta no llegará a Quito, se quedará en España porque Air Madrid ha cerrado", le dijeron. Y ella y su hija quizá tampoco puedan llegar, supo después, ya en Barajas. "Nadie nos informó en Italia de esto", asegura. "¿Qué hago si me dejan en tierra, acá no conozco a nadie, adónde iré?", decía. La niña, Jazmín, iba por fin a conocer a su abuela, pero en su defecto encantaba a los flashes y cámaras, mostrando dotes de artista mientras su madre le daba papilla, zumo, agua...

Alejandra se quejaba de que no podía moverse con la niña y las maletas, no podía ni meterse en la cola de reclamaciones, tenía que pedir favores a desconocidos ("Cuídeme un momento a la niña, por favor"", valerse de la solidaridad. "Mi chico también compró un vuelo y nos íbamos a reunir la semana próxima. Todavía vendían billetes en Italia", afirma.

Sin bautizo, sin dinero, sin nada. Alejandra y Paul, son sólo dos rostros de los centenares de afectados, de los vendidos, estafados, cansados, la voz que grita: "¿Quién ha permitido este desastre?".

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