Los profesionales de los hospitales y centros de salud madrileños protagonizaron este martes la última de las cinco jornadas de huelga convocadas por todos los sindicatos sanitarios en los meses de mayo y junio en protesta por la privatización de la gestión de los hospitales de Vallecas, Arganda, Aranjuez, Parla, Coslada y San Sebastián de los Reyes.

Aunque los sindicatos admiten que las cifras de seguimiento han sido las más bajas hasta el momento (3% según la Comunidad y 64% según los convocantes), todavía hay entre los 75.000 trabajadores del sector quienes mantienen viva la lucha por la sanidad pública, a pesar de que ello provoca importantes agujeros en sus nóminas.

A aquellos que este martes no podían unirse, se les ofreció participar en la modalidad de 'huelga solidaria': cada trabajador que quisiera mostrar su respaldo a la protesta antiprivatización podía entregar en su centro un kilo de alimentos no perecederos que se destinará a las familias más necesitadas de la región.

Mariluz (56 años) trabaja en el servicio de citaciones del Hospital de Getafe. La hipoteca y las facturas, que paga a medias con su marido —autónomo— no le han impedido secundar las cinco últimas huelgas: "Nos apañamos, aunque me han quitado casi 600 euros de un sueldo bruto de 1.500 por cuatro días (incluye la parte proporcional de las pagas extra). El quinto día me lo descontarán a finales de este mes". "Estoy muy segura de lo que hago. La huelga es la única arma que nos queda contra lo que está ocurriendo", reivindica.

Yolanda (50 años) pasó por el Clínico y la antigua Área 9 antes de llegar a un centro de la zona sur, donde ejerce como auxiliar administrativa desde hace 10 años. El descuento que ha sufrido por no perderse ninguna movilización en mayo ha sido de algo más de 500 euros.

"Nos han ampliado la jornada y han despedido a tres compañeras. Hemos invertido durante años en tener los mejores profesionales y equipos en la sanidad pública y ahora nos los quitan. Llevo en esto desde que dábamos un papel con el turno de cada paciente a la puerta del ambulatorio. Con todo lo que hemos mejorado, a ver cómo dejan esto para cuando me jubile", se lamenta.

María Eugenia (53 años), compañera de Yolanda, asegura que una de las razones por las que participa en las huelgas es su hija, que tiene diabetes tipo 1. "Quiero que tenga la mejor atención. Hemos tardado en reaccionar a las privatizaciones porque los políticos juegan a acusarnos de falta de profesionalidad si no atendemos a los pacientes, pero tenemos que seguir", reivindica.

Daniel Bernabéu, radiólogo del Hospital de La Paz (49 años), rechaza de plano las privatizaciones. Dado que los médicos decidieron que estas huelgas fueran rotatorias por centros para reducir el impacto económico, Daniel se adhirió en mayo a dos jornadas de paro y una de servicios mínimos. La consecuencia, alrededor de 400 euros menos.

"Sanidad está intentando arreglar sobre la marcha la política exhibicionista de construir ocho hospitales. Ellos son los únicos responsables de la mala gestión. No lo profesionales ni los ciudadanos, que nos entienden, pero también se quejan porque quieren que les solucionemos sus problemas de salud", responde cuando el consejero de Sanidad acusa a los huelguistas de buscar solo el "beneficio" de los sindicatos.

Laura (29 años) ha visto pasar muchas jornadas de huelga en los controles de enfermería del hospital de Fuenlabrada: "Empezamos muy fuerte, pero la cosa ha caído porque la gente ve que no conseguimos todo lo que queremos". Para las enfermeras, un día de protesta supone entre 130 y 150 euros menos de sueldo. Para los auxiliares, entre 70 y 90 euros. "Muchos piensan que por faltar un día no van a solucionar nada, pero a todos nos parecen mal los recortes y la privatización", concluye.