Yolanda y Salvador

Yolanda A. tiene 31 años y Salvador Giralt, 37. Ella trabaja desde hace un año en una agencia de publicidad e Internet y él es su jefe.
Yolanda y Salvador.
Yolanda y Salvador.
Yolanda y Salvador.
Trabajan en Barcelona y están en Madrid por una reunión de negocios. Antes de coger el avión han venido a la Plaza Mayor para ver los puestos de Navidad. Las pelucas les llaman la atención: «La de tiras de colores estilo Raffaella Carrà me parece la más fea», dice Salva convencido. La relación jefe-empleada es buena.

Yolanda habla de Salvador

Es mi jefe,  pero tengo  buen rollo con él. Conquista a la gente con su sentido del humor.

Es divertidísimo y un encanto. Le llaman El Sultán, porque es como el amo del lugar. Tiene personalidad y hace que todo sea fácil de llevar.

No le veo muy navideño, pero él recordaba que cuando vino el año pasado aquí había un montón de gente con máscaras y pelucas horrorosas. Nos estábamos riendo de eso.

Es un Peter Pan. Tiene lo bueno de un niño, pero con la sensatez de un adulto. Hace que las cosas fluyan y le gusta jugar.

Manda sobre 15 personas, pero no se lo tiene creído. Es el antijefe.

Detesta las pelucas de Navidad.

Salvador habla de Yolanda

Es seria,  competente, profesional y buena en el trabajo. Estoy contento con ella.

Es extraordinaria. Lleva poco en el trabajo y no la conozco a fondo, pero en el día a día es pausada y transmite mucha tranquilidad.

No me lo ha  dicho directamente, pero creo que es como yo: no le gusta la Navidad. Hemos venido a los puestos de la Plaza Mayor a ver las pelucas. No sabemos el porqué de la moda.

Es tozuda. Insiste en hacer algunas cosas con las que no estoy de acuerdo. Las vamos a acabar haciendo.

Destaco su sobriedad,  tanto en el carácter como en su forma de vestir.

En la máquina del café siempre bebe té.

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