La nueva técnica es sencilla. El delincuente consigue un número de teléfono (a través de un recibo de recarga  en un cajero o, por ejemplo, en un locutorio). Aún no se sabe cómo, pero logra el PIN  y añade dinero al saldo. A continuación, se acerca hasta un distribuidor oficial y solicita un duplicado de tarjeta, argumentando que le han robado su terminal.

Las compañías solicitan los datos del titular, pero algunas tarjetas no tienen ningún documento asociado, por ello, los operadores suelen preguntar cuándo se realizó la última recarga y el importe como comprobación. Para el impostor es muy sencillo suplantar al auténtico dueño con ese tique de la recarga que acaba de efectuar.

Una vez realizado el duplicado, llama al servicio de atención al cliente y cambia todos los datos. Su usuario habitual, aunque durante años haya usado el número, lo pierde, en principio para siempre. Y se esfuma su saldo.

Se trata de un robo que afecta al 1% de los clientes de telefonía móvil, según fuentes de Vodafone, que admiten que es bastante complicado recuperar la línea, pues algunos ladrones incluso se cambian de compañía.

UCE aconseja denunciar

La Unión de Consumidores de España (UCE) aconseja, en estos casos, la denuncia a la Policía, porque «se trata de un hecho delictivo».

Sólo entonces, la UCE estudia si es posible denunciar a la empresa o demandar una indemnización.

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«Él contesta y dice que soy yo»

Ignacio Reig, un joven alicantino afincado en Madrid, se quedó sin su línea, que usaba desde hace nueve años. El 27 de noviembre, su tarjeta SIM se desactivó misteriosamente.

Acudió al servicio de atención al cliente de Vodafone, donde, tras muchas promesas de rápida solución y varias reclamaciones, le han dado una nueva tarjeta con 30 euros de saldo. «El teléfono ya está a nombre de otra persona, que contesta diciendo que soy yo e incluso ha intentado ligar con mi madre y mis amigas», cuenta.