El pintor Mark Greenwold utiliza su "cubismo emocional" para "matar al mundo" y rehacerlo

  • El pintor estadounidense representa a sus familiares y amigos en situaciones absurdas y de perspectivas imposibles.
  • También se autorretrata en cada cuadro, casi siempre deformado, para afrontar el "terror autobiográfico".
  • Gran amante del detalle, tardó un año en pintar las mil puntadas de una colcha tejida.
Uno de los óleos de Mark Greenwold
Uno de los óleos de Mark Greenwold
© Mark Greenwold / Courtesy Sperone Westwater Gallery
Uno de los óleos de Mark Greenwold

El pintor Mark Greenwold (Cleveland-EE UU, 1940) explica su trabajo con una frase del filósofo Stanley Cavell: "La causa de la tragedia es que deberíamos matar al mundo en lugar de dejar que sea él quien nos exponga al cambio". A partir del axioma, el pintor ha bautizado su última serie de trabajos como Murdering the World (Matando al mundo). Son cuadros densos que ha tardado seis años en pintar y cuyo estilo define como "cubismo emocional".

Las personas que pueblan los óleos son los amigos y familiares del artista, a los que previamente toma fotografías. Cuando los traslada al lienzo los coloca en situaciones deliberadamente complejas o extremadamente absurdas —desnudos, con el cuerpo invadido por un tornasol psicodélico, enfrentados a los demás en interacciones inexplicables...— pero que tienen lugar sin duda en estos tiempos donde lo real y lo imaginario parecen fundirse con frecuencia en territorios imprecisos.

"Lo que podría haber sucedido"

Aunque afirma que se trata de "ficciones" basadas "no en lo que sucedió, sino en lo que podría haber sucedido", las reuniones sociales aberrantes que pinta —un perro con cabeza de hombre en una cocina en la que también se autorretrata el pintor, con la cara disuelta; una reunión en el salón de un apartamento urbano en el que todos los asistentes están en cueros, aunque parecen no darse cuenta...— parecen sátiras o alucinaciones espacio-temporales.

Realista y muy cuidadoso con los detalles, reniega de la abstracción ("siempre fui antropomórfico y lo seguire siendo"), pero inyecta a la realidad  poderosas deformaciones que parecen provenir del cómic. No existe otra forma, señala, de afrontar el "terror autobiográfico" que deconstruyendo la propia vida.

Greenwoold cita entre los artistas con los que tiene deudas a los "visionarios" de toda condición, desde el cineasta Andréi Tarkovsky y el músico Bob Dylan hasta el escritor y pintor William Blake. En una declaración en el catálogo de Murdering the World  —en cartel hasta el 28 de junio en la galería Sperone Westwater—, cita al último para afirmar que le gusta aplicar en los cuadros la idea de que "el pasado, el presente y el futuro coexisten".

"Mi pequeño gueto"

Los cuadros, minuciosos hasta el extremo —tardó más de un año sólo en reproducir las más de mil puntadas de una colcha tejida—, presentan lo que el artista llama "mi pequeño gueto": hijos, exesposas, familiares y amigos, entre ellos el artista Chuck Close, íntimo de Greenwoold desde hace décadas.

También el pintor aparece en sus escenas de perspectivas rotas —alguien que aparece en segundo plano tiene más tamaño que la figura que está al frente—. Explica su presencia recurriendo a un lugar común fílmico: "Siempre pensé que las películas de Woody Allen eran mejores cuando actuaba Woody Allen, pero al parecer se siente demasiado viejo para el personaje. No es mi caso: no me importa ser viejo y no me interesa dejar de aparecer en mis cuadros. Creo que la vejez es un buen tema".

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