Las mujeres hipnotizadas del pintor del onirismo erótico Paul Delvaux visitan Nueva York

  • Exhiben óleos y acuarelas del maestro belga del erotismo contemplativo.
  • Precursor del realismo mágico, se alineó en principio con los expresionistas, pero se desligó del movimiento y destruyó gran parte de las obras que había pintado.
  • Ruinas, paisajes desiertos y perspectivas planas cobijan a mujeres de aspecto arcano en los cuadros del pintor, fallecido en 1994.
El elogio de la melancolía, un cuadro de grandes proporciones (153 x 255 centímetros), pintado por Delvaux en 1948
El elogio de la melancolía, un cuadro de grandes proporciones (153 x 255 centímetros), pintado por Delvaux en 1948
© Paul Delvaux Foundation, Belgium / Courtesy Blain|Di Donna
El elogio de la melancolía, un cuadro de grandes proporciones (153 x 255 centímetros), pintado por Delvaux en 1948

Cuentan las biografías que el artista belga Paul Delvaux (1897-1994) sufrió el chispazo definitivo que explica el ambiente onírico y de palpitante erotismo que puebla su obra cuando, a los treinta años, visitó un museo de curiosidades médicas y artilugios mecánicos. Si hasta entonces había sido un seguidor de la deformación de la realidad que predicaba expresionismo alemán, el choque con la alterada visión del mundo que experimentó en el museo —disecciones anatómicas, anomalías físicas, maquinarias que parecían surgir de la ficción...— le convencieron de que debía buscar otro estilo. Destruyó todo lo que había pintado en su juventud y empezó a crear una obra única, precursora de lo que con el tiempo se etiquetó como realismo mágico.

Difícil de situar en las espacios cerrados de los estilos académicos —quienes le llamaban surrealista se encontraban con las dudas del artista: "no soy surrealista en el sentido escolástico de la palabra", que sin embargo admiraba y confesaba sus deudas con René Magritte—, la pintura onírica y de enorme extrañeza de uno de los grandes y más personales artistas europeos del siglo XX llega a los EE UU, donde desde 1969 no se le dedicaba ninguna muestra, con la exposición Paul Delvaux, que estará en cartel en la galería Blain|Di Donna de Nueva York hasta el uno de junio.

Ingres, Grecia, Roma, Julio Verne...

La muestra, con una veintena de óleos y acuarelas sobre papel, es un efectivo compendio del mundo particular que Delvaux construyó con retazos del clasicismo formal renacentista, la reinterpretación de los voluptuosos desnudos de Ingres, la fascinación por la arquitectura griega y romana, la modernización mecánica de la Europa de entreguerras, los personajes de aspecto caprichoso que parecen salidos de una novela de Julio Verne —el escritor favorito del pintor junto con Homero—, los paisajes metafísicos y de perspectivas planas de Giorgio de Chirico y, sobre todo, las mujeres desnudas o semidesnudas pero siempre majestuosas y sin sentimientos visibles, como si se tratase de vestales o ninfas aparentemente hipnotizadas ante la vulgaridad de los hombres —que aparecen casi siempre vestidos—.

En Le Récitant (1937), un personaje masculino parece enseñar al espectador un cuadro dentro del cuadro —una potente composición de tonos verdes con símbolos sobre la sexualidad femenina— mientras otra figura se fuga hacia la nada en un ambiente árido y con ruinas de las arcadas de un templo.

En La Joie de vivre (1938), que Delvaux pintó tras la muerte de su padre, representa al hombre dando la espalda, abrazando sin pasión a una mujer cuya pálida desnudez reluce en la profunda medianoche azul de la habitación, abierta a través de un amplio ventanal a un bosque primigenio donde otra mujer —que quizá sea la misma— toca un laud como llamada de seducción.

Escena postcoital

De la década de los cuarenta , cuando el artista empezó a preocuparse menos por la perspectiva, se exhibe el monumental L'Éloge de la mélancolie (1948), una escena postcoital de dos mujeres, una de ellas, la protagonista, de perfil y todavía envuelta por sábanas de seda, dentro de un cuarto de ambiente suntuosamente clásico. De los sesenta destaca Le Sabbat (1962), uno de los óleos de mayor carga erótica de toda la carrera del autor, con varias mujeres participando de un ceremonial y un hombre solitario y alienado contemplándose en un espejo.

La exposición es la cuarta consecutiva que la galería neoyoquina especializada en arte moderno dedica a pintores surrealistas o relacionados con el movimiento: antes organizaron antologías de René Magritte, André Masson y Jean Arp. La muestra de Delvaux, organizada en colaboración con la fundación que maneja los derechos del artista, viajará luego a Londres, ciudad donde nunca antes se había expuesto la obra de Delvaux en solitario.

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