Condenado a 22 años y medio de prisión el acusado de asesinar a su exmujer en Torredelcampo

La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Jaén ha condenado a F.J.M., el acusado de asesinar a su exmujer, Purificación, en marzo de 2011 en Torredelcampo (Jaén), a 22 años y medio de prisión tras el veredicto emitido el pasado 24 de abril por el jurado popular encargado de enjuiciarlo, tal y como han informado a Europa Press fuentes del caso.
El condenado entrando en la Audiencia
El condenado entrando en la Audiencia
EUROPA PRESS
El condenado entrando en la Audiencia

La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Jaén ha condenado a F.J.M., el acusado de asesinar a su exmujer, Purificación, en marzo de 2011 en Torredelcampo (Jaén), a 22 años y medio de prisión tras el veredicto emitido el pasado 24 de abril por el jurado popular encargado de enjuiciarlo, tal y como han informado a Europa Press fuentes del caso.

En la sentencia, que ha sido emitida en la mañana de este mismo jueves, se recuerda que el jurado dilucidó que el acusado provocó la muerte a Purificación "de forma sorpresiva, sin capacidad de defensa y aumentando el daño". Además, señalaba que el procesado se encontraba "en plenas facultades", según la declaración de agentes de la Guardia Civil y distintos testigos en la prueba practicada.

Asimismo, tras una deliberación de poco más de dos horas, el jurado concluyó que había "afectividad entre ellos, a pesar de estar divorciados, como lo demuestra que el día de los hechos se fueran el bar en el que estuvieron cogidos de la mano". Igualmente, estimó que mantuvieron relaciones sexuales a continuación, propinándole el procesado a la víctima "golpes de manera violenta y causándole múltiples heridas".

De esta manera, expresó que hubo "alevosía y ensañamiento", actuando "de manera intencionada y violenta", si bien, apuntaba, "la víctima presentaba lesiones de defensa propia" cuando el acusado la agredía "buscando su muerte".

Así las cosas, la Fiscalía había solicitado en sus conclusiones finales 25 años de prisión por el delito de asesinato, como había pedido en un principio, petición a la que se adhirieron el resto de acusaciones, la particular y las que representan al Estado y a la Junta de Andalucía. Además, solicitaban que el procesado no pudiera acercarse a la madre, hermana e hija de la fallecida a una distancia inferior a 300 metros por un periodo de diez años una vez finalizada la pena de prisión.

Por su parte, la defensa quiso poner de manifiesto tras conocerse el veredicto que "no comparte" el veredicto de los jurados, apuntando que "se reserva acciones", en alusión a la presentación de un recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Finalmente, pidió para su patrocinado la imposición de una pena "en su grado mínimo".

La hermana de la víctima, Encarnación, así como la madre, Juana Vacas, escucharon la lectura del portavoz de los jurados llorando en la sala. Se ponía así fin a un proceso judicial iniciado en marzo de 2011 tras la muerte de Purificación, de la que, según su hermana "ya no se ríe más", pudiendo por fin "descansar en paz". Por su parte, el acusado abandonaba el Palacio de Justicia gritándole Encarnación "¡asesino!" en varias ocasiones.

Los hechos

F.J.M., de 45 años de edad, mató a su exmujer en el domicilio de ambos el 22 de marzo de 2011. Se había casado con la víctima justo ocho años antes del suceso. En concreto, ésta tenía una discapacidad psíquica valorada en un 46 por ciento, reconocida poco antes de contraer matrimonio, por inteligencia límite y alteración de la conducta, tal y como manifiesta es escrito de la Fiscalía.

Sin embargo, una sentencia de 2010 dictó el divorcio de ambos, aunque "siguieron viéndose, viviendo juntos a temporadas o días sueltos en el mismo domicilio, unas veces abiertamente y otras a escondidas, debido a que no cumplían distintas condenas de prohibición de acercarse y comunicarse impuestas en distintas causas a uno de los dos o a ambos".

De este modo, en el momento de los hechos constaba una condena de alejamiento impuesta a la víctima. Así las cosas, el día de los hechos el acusado, estando en la cama con ella, sorpresivamente, "la golpeó repetidamente con la intención de causarle la muerte, con violencia inusitada, empleando diversas armas y objetos para causar un mayor daño".

"La víctima no tuvo ninguna posibilidad de defenderse del ataque del acusado, que le causó un sufrimiento dilatado en el tiempo", pues, al parecer, "le dio golpes con los puños, con los brazos, mordiéndole en el vientre y, tras ello, cogió una banqueta de madera con asiento de nea y la golpeó con ella repetidamente en la cabeza, en el cuello y en los hombros".

Además, "cogió un cuchillo jamonero y le cortó el cuello estando la mujer en el suelo de espaldas a él". También "la golpeó en la cabeza con un martillo y cuando la mujer yacía en el suelo moribunda salió de nuevo para coger un cable alargador de luz de diez metros con el que la asfixió finalmente".

Tras consumir alguna bebida alcohólica, "salió de su casa y se dispuso a entregarse a la Policía Local" de Torredelcampo diciendo que "la había matado". Sin embargo, posteriormente "no colaboró con la investigación afirmando no recordar nada de lo ocurrido".

La versión del acusado

El procesado, que se negó a responder a las preguntas del Ministerio Fiscal, de la acusación particular y de las letradas del Estado y de la Junta de Andalucía, señaló que la víctima "le daba puñetazos, ocasionándole hematomas en los ojos y en el resto del cuerpo" y que incluso "lo llegó a tirar de la silla". Ello conllevó que la denunciara y le impusieran a ella una orden de alejamiento, a pesar de lo cual "la incumplía y lo llamaba".

Igualmente, F.J.M. aludió a su adicción al alcohol y las sustancias estupefacientes, apuntando que "desde pequeño" bebe alcohol y que cuando tuvo lugar el suceso se encontraba ebrio y drogado, pues, según argumentó, acababa de llegar de las Fallas de Valencia —era feriante—, se había traído consigo drogas y se había ido al bar a ingerir alcohol.

"el amor de su vida"

De su lado, la madre de la fallecida aseguraba que el hombre con el que se casó "le decía que era el amor de su vida", algo que, unido a los "caprichos" que al parecer le concedía el acusado, llevaba a que la víctima, que era "una niña grande", solo le hiciese caso a él y no a su familia.

En la vista, la anciana, que pidió declarar sin ver al acusado, manifestó que ella y su otra hija le advirtieron una y otra vez "que no volviera con el hombre ese, que la iba a matar". Sin embargo, "no atendía a razones" y, además, por miedo a que su madre "la riñese", evitaba contarle las "brutales palizas" que el procesado le daba.

Asimismo, Vacas, manifiestamente dolida, señalaba que conocía que su hija sufría maltrato, aunque al mismo tiempo "no había nada que hacer" para que no volviera a sus brazos, a pesar de que lo intentaba "una y otra vez" acompañada de Encarnación. De hecho, "él iba en busca de ella". "Vi a mi hija con moratones en los ojos", ha asegurado conmocionada.

"exceso de violencia"

Los forenses han afirmado en la vista que la mujer sufrió en su muerte un "exceso de violencia en cantidad e intensidad", toda vez que perdió sangre, fue estrangulada y recibió golpes que le ocasionaron "fracturas importantes". Además, "estaba viva cuando fue estrangulada", aunque, de igual forma, "hubiera muerto desangrada". Es decir, "ambas cosas por sí mismas hubieran producido la muerte". La víctima "intentó defenderse", puesto que el cadáver presentaba heridas de defensa.

Por su parte, los peritos psicólogos que trataron tras el crimen al acusado, resaltaban que él les transmitió que "puede controlar su ira, aunque tenga tendencia a actuar de una forma violenta cuando ve que su entorno es hostil".

Así las cosas, en su escrito de calificación final, la Fiscalía y los letrados de la acusación destacaban la "vulnerabilidad" de la víctima, haciendo hincapié en la discapacidad psíquica que presentaba la mujer, que, por tanto, era "muy fácil de manipular", si bien "no denunciaba muchos de los malos tratos que sufría". Así, apuntaba respecto al día de los hechos, "los golpes tuvieron que ser de una intensidad bestial", pues estuvo "media hora recibiendo palos y no pidió auxilio porque no tuvo posibilidad alguna".

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