Los detalles del cautiverio de Cleveland comienzan a salir a la luz: bolsas, cuerdas, cadenas...

Obsequios de buenos deseos son llevados a la casa de Gina de Jesús, una de las secuestradas.
Obsequios de buenos deseos son llevados a la casa de Gina de Jesús, una de las secuestradas.
EFE
Obsequios de buenos deseos son llevados a la casa de Gina de Jesús, una de las secuestradas.

Cuerdas, bolsas negras cubriendo las ventanas… Poco a poco, y gracias al trabajo de la policía y a los testimonios de algunos de los vecinos, se van conociendo detalles de cómo permanecieron secuestradas, durante una década, las tres mujeres de Cleveland (Ohio) liberadas el lunes.

"Tenemos confirmación de que las chicas estaban atadas y había cadenas y cuerdas en la casa", ha dicho este miércoles en una entrevista a un medio estadounidense el jefe de Policía de Cleveland, Richard McGrath.

Según las primeras hipótesis, Ariel Castro –arrestado junto con sus dos hermanos– convirtió la pequeña vivienda unifamiliar en un zulo bunkerizado: una malla metálica de dos metros de alto, tela y arbustos alrededor hacían prácticamente imposible que desde fuera se atisbara el interior.

Fuentes de la investigación también han relevado que durante los años de cautiverio las mujeres experimentaron embarazos, debido a las sucesivas violaciones, pero que fueron abortados bien a través de palizas bien por su propia debilidad física, intríseca a su situación de encierro.

Bolsas negras en las ventanas

Las declaraciones de algunos vecinos también están ayudando a reconstruir el escenario del horror. Israel Lugo, que vive a varias casas de distancia de donde permanecían cautivas Amanda, Gina y Michelle, ha relatado a los investigadores que las ventanas de la vivienda de Castro estaba cubiertas con bolsas negras.

Lugo ha asegurado también –según recoge el diario Daily Mail– que en el año 2011 oyó "lo que él pensó que era una chica [sic] golpeando una ventana", aunque asegura que no logró ver quién era y que tras lllamar a la policía todo quedó en nada.

Nina Samoylicz, otra vecina, asegura que un día vio a una chica desnuda gateando por el patio trasero de la casa. Samoylicz ha contado a los medios locales que llamó inmediatamente a la policía, pero  que ésta no hizo nada porque pensó que bromeaba.

Otro vecino de la zona, Juan Pérez, también ha contado su experiencia. Hace tres años, asegura, él y su hermana oyeron los gritos de una mujer. Los gritos, que eran cercanos y podrían provenir de la casa de Castro, "les pusieron la piel de gallina". No consta actuación policial.

Críticas a la policía

Declaraciones como las de Samoylicz, o las del vecino Lugo, que dijo que sus llamadas tampoco fueron bien atendidas, han puesto la actuación de la Policía de Cleveland en el centro de las críticas de la opinión pública estadounidense.

En una rueda de prensa para tratar de atajar estas acusaciones de negligencia, las autoridades indicaron que no habían recibido pistas desde el vecindario sobre los secuestros en los últimos 11 años y que solo tienen registros de dos incidentes relacionados con la casa; uno en 2000 y otro en enero de 2004, cuando ya dos de las tres chicas estaban desaparecidas.

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