En la escena del fresco que representa la resurrección de Cristo una mandorla dorada rodea al protagonista. Como era frecuente en la época, el tema bíblico se mezcla con características del momento en que se realizó la obra y los personajes con vestimenta renacentista (entre ellos Rodrigo Borgia, en aquel momento el Papa Alejandro VI) asisten al hecho milagroso.

Las pequeñas figuras humanas que pueblan la pradera que sirve de fondo al acontecimiento son previsibles salvo por el grupo de misteriosos hombres que se han descubierto ahora tras la restauración de la obra. Desnudos, danzantes, de rasgos imprecisos y con plumas en la cabeza, contrastan con el aire europeo del resto de las figuras y parecen ajenos a lo que les rodea.

La restauración del fresco del Palacio Apostólico Vaticano ha descubierto en el conjunto de enigmáticos seres humanos lo que podría ser la primera representación occidental de los pobladores del Nuevo Mundo. La obra, que decora una de las habitaciones que pertenecían a la poderosa familia Borgia, fue realizada por Bernardino di Berro di Biagio (1454-1513) —conocido como Pinturicchio— en 1494, dos años después de que Cristobal Colón llegara a tierras americanas.

Según un comunicado del director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, publicado en el Osservatore Romano (periódico de la Ciudad del Vaticano), la pintura se corresponde con las primeras descripciones que Colón hizo de los nativos americanos en las cartas que mandó a sus mecenas los Reyes Católicos, en las que relataba su encuentro con personas altas, fornidas y con el cuerpo pintado de rojo y negro que obsequiaron a los españoles con exóticas aves y otros regalos.

Varias copias de los documentos de Colón a los reyes, escritos en latín, circulaban en aquellos años por Roma e interesaban especialmente al entonces papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), que era valenciano y mantenía un contacto cercano con la corona española, que le informaba de primera mano de las novedades del reciente descubrimiento. Tal vez por orden del más famoso de los Borgia, Pinturicchio incluyó en el fresco a los nativos del continente del que toda Europa estaba deseando saber más.