Izzan, de 11 años, no quiere volver a su colegio, el Santa Cristina, situado en la parroquia viguesa de Lavadores. Sus padres aseguran que lleva todo el curso escolar sufriendo el acoso y las agresiones físicas y psíquicas de dos compañeros de pupitre. Hartos de que el centro no hiciera nada para evitarlo, los padres de Izzan decidieron que dejara de ir al cole el 14 de marzo. Desde entonces tiene un profesor particular en casa.

Días después, entre el 15 y el 18 de marzo, Guillermo, el padre del chaval, envía varios burofax y escritos alertando del acoso, de que su hijo iba dejar de ir a clase y pidiendo un cambio de colegio. Así se lo hizo llegar a la dirección del Santa Cristina, a la Conselleria de Educación de la Xunta "e incluso al fiscal de Menores", explica a 20Minutos tras aportar los documentos. "De momento nadie nos ha respondido".

Y eso que la Conselleria ha explicado a este diario que "hemos trasladado a la Fiscalía el caso para que investigue el absentismo escolar". ¿No para que investigue las supuestas agresiones? "Solo hubo la agresión de un niño a otro en una ocasión. Fue un conflicto puntual entre dos niños. El centro no lo llamó acoso", responde un portavoz de la Xunta.

"Nosotros no hemos recibido ninguna comunicación de la Xunta. Mi abogado habló con la Fiscalía y le dijeron que no tienen nada sobre la mesa", explica sereno Guillermo, que no está de acuerdo con la versión de la Xunta. "Mi hijo tiene encima a dos compañeros que le presionan, le insultan y le han pegado. Y se juntan con otros niños que tienen atemorizados al resto de la clase. Mi hijo no volverá a ese centro".

Guillermo explica que su hijo ha ido tres veces a Urgencias: una por la rotura de un diente, otra por una pequeña conmoción cerebral y la última por una herida en el pene. Esta fue la que colmó el vaso de la paciencia de la familia Castro Pardo. "Las dos primeras fueron fortuitas, por golpes. Incluso la madre del niño que chocó con mi hijo y le provocó la conmoción se interesó por él, pero la patada en los genitales no lo fue, e Izzan se hizo mucho daño, sangró y los profesores no le ayudaron.

"¿Qué hubiera pasado si en vez de una herida hubiera tenido algún problema interno?". Guillermo asegura que su abogado prepara una denuncia por un delito de omisión de socorro contra el centro. "Había tres profesoras en el patio, y ninguna se dio cuenta y le ayudó. Y nosotros pedimos responsabilidades al centro porque todo ocurre dentro del centro, si hubiera pasado en la calle, hubiera actuado de otro modo".

El colegio ha explicado en un comunicado que "respeta" las manifestaciones que los padres de Izzan están haciendo en la prensa y que el relato de los hechos "no responde a la verdad", ya que siempre se ocupó de "defender y amparar" los derechos del menor. El niño que agredió a Izzan no fue expulsado del centro, sino que fue castigado unos días sin recreo ni actividades extraescolares. "No actuaron bien. Mi hijo estuvo varios minutos tumbado en el suelo tras la patada y solo le ayudaron algunos compañeros. Me dijo que sufrió mucho, que tuvo miedo y solo al ver sangre acudió a los profesores. Y estos no llamaron ni a una ambulancia", afirma Guillermo.

La Conselleria argumenta que no cambió a Izzan de centro porque hay que cumplir unos requisitos de plazo y unas causas justificadas. "No es necesario ni conveniente", afirma un portavoz. La familia cree que se desvía todo hacia el absentismo para tapar lo mal que lo ha hecho el colegio y la inspección de la Conselleria. Tras lo sucedido, también van a pedir el traslado del hermano de Izzan, que también va al mismo centro.

"Insultos, vejaciones, humillaciones, patadas, mordiscos, contusiones... mi hijo lo ha pasado mal durante mucho tiempo y no han hecho nada", señala Guillerno, que explica que su pequeño es repetidor, bajito para su edad, algo gordito, "la víctima fácil, el juguete y el monito de feria de otros compañeros". Un portavoz de la asociación de padres asegura que no tienen conocimiento de que haya acoso en el colegio. "Lo de la patada fue algo puntual. Son niños que jugaban a polis y cacos". Dicen que los padres de Izzan no pertenecen a la asociación y que no les pidieron ayuda, solo dejaron un escrito en el buzón sin firma.

"Es increíble", señala Guillermo. "Les dejamos un escrito mecanografiado con nuestros teléfonos móviles y nombres. Pero como no lo firmamos, no lo tuvieron en consideración. ¿No podían habernos llamado para que repitieramos el escrito esta vez con firma?", se pregunta. "Quizás tenga algo que ver que uno de los dos niños que pega a mi hijo es hijo de un miembro destacado de la asociación de padres", concluye. Mientras se busca una solución, Izzan da clases solo en casa, necesita ayuda psicológica y "muchas veces llora en silencio".