Los promotores y constructores lo saben, por lo que apenas construyen viviendas grandes. «Sólo el 5% de los pisos que se hacen ahora tienen más de 100 metros cuadrados», aseguran en la inmobiliaria A Vivenda. «No son rentables y se prefiere construir más pisos pequeños, que se venden mejor», añaden.

De hecho, tras una búsqueda a conciencia, puede encontrarse algún inmueble nuevo de 95 metros cuadrados en la calle Joaquín Loriga. Ahora bien, quien lo necesite o lo desee, deberá abonar más de 400.000 euros.

La falta de suelo urbanizable es otra de las causas que, según los profesionales del sector, están multiplicando la oferta de estudios y pequeños apartamentos en la ciudad.

De este modo, la rehabilitación de viviendas antiguas permite que, un piso de 120 metros cuadrados pase a ser una superficie que, tras una reforma, pueda albergar dos apartamentos de una o dos habitaciones.

Pero no sólo cambia la oferta, el lenguaje también está cambiando. Si hace diez años un ‘apartamento’ tenía dos habitaciones o menos, hoy esta clase de vivienda se denomina ‘piso’ en la mayor parte de las nuevas construcciones que se realizan en la ciudad.

A pesar de todo, el precio no baja y el pasado año la residencia nueva se encareció aquí un 10,9%. Así, según la Sociedad de Tasación el metro cuadrado se paga a 1.755 euros. Aunque ésta es una media, pues en el centro de la ciudad los precios ascienden hasta los 6.000 euros.

Una opción es reformar

«Optamos por reformar pisos antiguos o irnos a vivir a una casa», asegura José Ramón Millán, delegado en Vigo de la Asociación Gallega de Familias Numerosas. Así explica cómo logran las familias viguesas de varios miembros encontrar un lugar para vivir. Aseguran que la falta de pisos grandes hace que tengan que renunciar a inmuebles nuevos, lo que les obliga a adquirir pisos antiguos sobre los que deben realizar una reforma para adaptarlos a sus necesidades.