Benedicto XVI terminó hoy su viaje de cuatro días en Turquía con una misa en la Catedral del Espíritu Santo de Estambul, donde afirmó que la Iglesia no quiere imponer nada y sólo pide la libertad religiosa.
30.000 católicos
La visita concluyó con el saludo del Papa a la pequeña comunidad católica -unos 30.000 personas en todo el país- que se agolpó en la catedral del Espíritu Santo para asistir a la misa.
A la ceremonia asistieron además el patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, el armenio Mesrob II y el metropolita sirio ortodoxo, Fluksinos Yusuf Cetin.
Durante el acto se dio espacio también a otros ritos católicos, con cantos y símbolos de la tradición armenia, caldea, aramea y siria.
Sin imposiciones
Durante la homilía, el Papa recordó que "la Iglesia no quiere imponer nada y que simplemente pide que la dejen vivir libremente y expresar lo que no puede esconder: Cristo".
La ocasión de hoy ante los representes de las otras confesiones cristianas y la comunidad católica sirvió al Santo Padre para animar nuevamente al camino de la unidad entre cristianos.
Benedicto XVI recordó que Juan Pablo II en esta misma catedral durante su viaje en 1979 deseó que con el nuevo milenio "la Iglesia encontrase su unidad", pero "esta esperanza aún no se ha realizado", dijo.
"El deseo de Juan Pablo II nos anima a poner el ecumenismo en el primer lugar en nuestras preocupaciones eclesiales", afirmó Benedicto XVI.
Días bonitos
El Papa agradeció el trato recibido durante su visita. "He pasado unos días muy bonitos aquí. Doy las gracias a toda la nación turca", dijo, antes de salir hacia Roma, según los medios de comunicación locales.
Por su parte, Guler reafirmó a Benedicto XVI que "todas las medidas de seguridad tomadas en la ciudad eran para su comodidad".
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