El Ayuntamiento afirma  que «el autoservicio supera, según las mediciones realizadas en casa de los vecinos, en 13,37 decibelios el nivel acústico permitido durante el día (que es de 35)». La normativa establece que 6 decibelios más de los autorizados ya provoca problemas de salud y «lleva consigo el cierre cautelar del establecimiento».

Esta normativa es bien conocida por las 79 familias  que viven sobre el supermercado y que llevan, asegura una de las propietarias, «15 años denunciando la situación sin que nadie nos haga caso».

El problema del ruido está provocado por los carros de reposición cuyas ruedas no están recubiertas de goma. Además la instalación no está insonorizada y en las viviendas se escucha la megafonía del local. «Todo ello sin contar con los camiones de carga y descarga y las vibraciones que provocan los golpes que hacen que parezca que se va a caer el edificio», afirma una de las vecinas, que no ve la tele «desde años porque no se escuchaba con el ruido. Era volverse loco».

Los vecinos aseguran que han intentado en varias ocasiones llegar a un acuerdo con el propietario. La última reunión la tuvieron delante de un juez hace unos meses, «pero la resolución fue que estableciéramos unos normas de convivencia y ellos no querían».

Los sufridos propietarios decidieron volver al Ayuntamiento (al que ya habían acudido al menos diez veces) «y esta vez nos escucharon, tomaron mediciones el 25 de octubre y hasta los técnicos se asombraron del ruido».

Incumplimiento de la orden

El supermercado Dani de la Avenida de Italia está clausurado desde el miércoles, pero el dueño se saltó la orden municipal y ayer abrió el establecimiento. La apertura no duró más de veinte minutos, el tiempo que tardó la Policía Local en llegar, echar a los clientes y bajar las persianas. En la puerta luce un cartel de Cerrado por reformas, el más deseado por los vecinos.