Los 'recuerdos cosidos' de la virtuosa del hilo Lisa Kokin

  • La artista estadounidense, hija de tapiceros, reproduce con hilo los nervios de la hoja de un árbol o una carta manuscrita.
  • Utiliza fotos viejas, botones y libros comprados en mercadillos para elaborar sus delicadas y precisas piezas.
  • El toque nostálgico de sus trabajos se acentúa con los colores otoñales y las imágenes en blanco y negro que dominan su obra.
La artista reproduce con hilo una carta manuscrita de su madre
La artista reproduce con hilo una carta manuscrita de su madre
Lisa Kokin
La artista reproduce con hilo una carta manuscrita de su madre

Es capaz de convertir retratos anónimos en blanco y negro en una compleja telaraña de rostros, las páginas de un libro en delicadas hojas de árbol con nervios de colores, los botones y las cuentas de collar en figuras humanas que miran al espectador con ojos vidriosos.

La estadounidense Lisa Kokin trabaja con fotos viejas sin dueño, botones perdidos en cajas de lata, libros encontrados en mercadillos... El hilo es el material conductor, los objetos son cotidianos y —lo más importante para la artista— tienen un pasado, "adquirieron una historia, una atractiva pátina de tiempo, antes de caer en mis manos".

Para las obras más delicadas utiliza la máquina de coser y estabilizadores solubles —láminas parecidas al plástico— sobre los que cose minuciosos patrones: "Una vez termino con la imagen, pongo el estabilizador en agua caliente y desaparece, dejando la imagen del hilo". El proceso es largo y requiere cálculos para que la estructura no se deshaga, pero Kokin declara satisfecha que ha conseguido el dominio de la materia prima.

"Llévame a casa ahora"

Sus padres eran tapiceros y de niña (además de coser) jugaba con los restos de gomaespuma y vinilo textil que sobraban de los muebles, esa herencia le ha servido para desarrollar un lenguaje artístico que ha perfeccionado durante décadas. Ahora es capaz de convertir el hilo en construcciones precisas que sorprenden por su detalle.

Las creaciones transmiten un deje de nostalgia, expresada con tonos otoñales e imágenes en blanco y negro. La artista resucita momentos del pasado "y eso trae una cierta melancolía por lo que se fue y no volverá". Desde que murió su padre en 2001, tiene la necesidad de introducir también experiencias propias en los amasijos de recuerdos.

Los botones fueron para ella una decisión lógica. "Fue natural unirlos para reconstruir un retrato familiar. Lo que empezó siendo un monumento en memoria de mi padre terminó expandiéndose a varios retratos familiares del pasado y del presente, humanos y caninos".

La muerte de su madre, en diciembre de 2011 (a los "99 años y medio") continuó con el impulso. Como en una especie de mantra, la autora ha reproducido desde entonces cartas y notas manuscritas y, en composiciones que parecen abstractas, la frase "llévame a casa ahora", un deseo que su madre le expresó repetidamente a diario poco antes de morir. La artista llevó más allá el ritual y "para revivir la relación tan cercana" entre madre e hija repitió en círculos concéntricos un retrato familiar de ambas cuando Kokin era niña.

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