Hace 30 años, cuando tenía 17, el canario Pedro Guerra tomó su primera gran decisión: dedicarse profesionalmente a la música. A partir de ahí, comenzó a llenar maletas con letras y partituras, las mismas con las que diez años después aterrizaría en Madrid para enamorar a los fieles del Café Libertad 8 de la capital y a artistas como Ana Belén y Víctor Manuel, sus grandes impulsores. Hoy celebra su extensa carrera con un triple disco que recopila treinta años de trabajo (titulado 30 años) y la belleza dolorida de temas como El marido de la peluquera, Peter Pan o el famoso Contamíname.

Cuando usted empezó muchos tachaban a la canción de autor de estar estancada. ¿Es mejor el panorama treinta años después?

No creo que el género estuviera anquilosado, lo que pasa es que ha habido momentos en los que el entorno social ha impulsado el acercamiento del público a la canción de autor y ese testigo ha sido recogido después por los medios de comunicación y por la industria. Ocurrió a principios de los 90 y hubo una etapa de efervescencia. Lamentablemente los medios no suelen hablar de músicos que no han sido previamente aprobados por la audiencia y aunque hoy hay grandes cantautores, la atención del público no ha vuelto a ser tan grande.

¿La situación actual no ha incrementado el interés por un género que aboga por el compromiso social?

No parece. Tal vez los movimientos sociales que han surgido en los últimos años, como el 15-M, se caracterizan por pertenecer a la ciudadanía y, por lo tanto, no están identificados con unos rostros y con unas canciones determinadas, el propio movimiento es el líder en sí mismo. Por lo demás, hoy la temática social no es patrimonio solo de los cantautores; el rap, por ejemplo, es tremendamente reivindicativo. Todo se diluye y se reparte.

Visto lo visto, ¿se ha colado algún rapero en su lista de favoritos?

Me gusta mucho el sevillano Tote King, pero no estoy muy puesto en hip hop. No me cierro a ningún estilo. También escucho a Caetano Veloso, a la fallecida Cesaria Evora...

¿Qué ha sido lo más bonito y lo más doloroso de rescatar el pasado en su disco '30 Años'?

No ha habido dolor, solo vértigo por la cantidad de tiempo que ha pasado. Y lo más bonito ha sido echar la vista atrás y sentir que esos años están llenos de momentos superemocionantes.

¿Por ejemplo?

Cuando en 1994 Víctor Manuel y Ana Belén convirtieron mi tema Contamíname en un éxito en España y Latinoamérica. O cuando un año antes Ana Belén interpretó por primera vez una canción mía, Nadie sabe, la cual ahora aparece en el disco cantado con ella. Mi primer año de vida en Madrid... y el dueto con Cesaria  Ebora

¿Cree que ha tenido suerte?

Sí, pero tengo que decir que he sido una persona muy trabajadora y muy paciente. El resultado es fruto del tesón, aunque es cierto que hay gente que se esfuerza mucho y no tiene la fortuna de llegar en el momento adecuado, a la hora precisa en la que las cosas suceden.

¿Qué cambiaría?

De lo que me ha sucedido a mí, nada. Sí cambiaría, en cambio, este momento terrible que estamos viviendo y donde cada vez hay menos trabajo, de peor calidad  y menos remunerado. Son tiempos muy complicados para todos los sectores.

¿Por qué causas el pacifista Pedro Guerra daría más guerra?

Hay muchísimas cuestiones que merecen que se batalle hasta el final. Por ejemplo, los desahucios, una realidad terrible que no responde a ninguna lógica: los bancos a los que hemos rescatado expulsan de sus casas a la gente que no puede pagar la hipoteca y encima esas personas se quedan con la deuda. Es delirante. También, todas las familias en paro que viven de la caridad. Y la corrupción entre los políticos.

Hace un tiempo cantó en 'Monarca' a un mundo sin aduanas ni pasaportes. ¿Cree que la fórmula es extrapolable al mundo real?

Antes de Monarca escribí la canción Extranjeros porque España recibía a muchos inmigrantes. Ahora son los españoles quienes emigran. Un país puede cerrar sus fronteras, pero tal vez mañana sean sus ciudadanos quienes necesiten salir para buscar trabajo y encuentren cerradas las fronteras que han de cruzar.

Su disco 'El mono espabilado' fue autoeditado, pero para este '30 años' ha recurrido a una multinacional. ¿No le gustó la experiencia?

Estuvo bien, la fórmula fue eficaz con aquel disco que era un proyecto sencillo, pero la autoedición tiene algo de romántico porque en definitiva  implica una inversión que luego puedes cubrir o no. Quizá repita, pero en el futuro. Este disco de 30 Años era muy ambicioso y no podíamos correr con ese riegos.

¿Qué opina de los colectivos que defienden el derecho a la cultura libre?

Si un creador decide regalar su obra, me parece perfecto pero yo no puedo darla gratis porque vivo de ella. La decisión debe tomarla cada cual.