Tenía el móvil desconectado. ¿Echándose una siesta después de la batalla?

¡No! Qué va, qué va…

¿Ha comido bien?

Sí… (risas).

Empezó tras los fogones a los 15 años. ¿No salía a ligar?

No. La verdad es que me apetecía mucho más meterme en una cocina.

¿Se liga más cocinando?

Hoy en día tiene glamour, pero hace tiempo no era así.

¿De dónde le viene la afición?

De ver Con las manos en la masa (risas). Y en el colegio también me apuntaba a los talleres de cocina. Me hacía ilusión volver a casa y poner las recetas en práctica.

BIO Nació en Barcelona en 1978 y, pese a su juventud, ha trabajado en los restaurantes parisinos Dessirier y Marius et Jeannette.

Y acabó en París.

Con veinte años. Estuve entre París y la Costa Azul cinco años. Entremedias me fui otros dos años a Londres.

Y ahora la tele. ¿Duele perder contra un concursante?

El jurado tampoco es gastronómico. No, no me duele. Hay mucha gente que domina mucho mejor que yo un plato que ha hecho toda su vida, y yo aprendo. ¡Pero quiero ganar, sí!

Dígame cuál es la mejor receta contra el dolor.

Tengo un amigo israelí que hace un plato típico con semillas de amapola. Y como es una flor adormidera, relaja mucho.

¿Qué es lo que nunca ve un comensal de una cocina?

La verdad es que hay tensiones. Ver volar alguna cosa…

Tienen ustedes fama de estar un poco estresados...

No digo que sea falso, pero poco a poco nos estresamos menos, nos dedicamos más al estudio que a sacar platos de los fogones a toda velocidad.

Dio de comer a Mick Jagger. ¿Tiene buen saque?

¡Qué va! Yo creo que le va más dejarse el dinero. Comió pescado. Y muy poco (risas).

¿Qué pasó con Darío Barrio, que dejó el programa?

Imagino que se cansó. Tener que valorarte con la gente está muy bien para empezar, pero…

¿El concursante más difícil?

Esa persona mayor que hace el plato típico regional de siempre. Yo, con 28 años, nunca voy a saber lo que sabe él.

Ha perdido un par de veces...

Es que yo siempre preparo la cata a las cinco de la tarde. No sé si hay gente que merienda alubias... Perdí porque dijeron que había mucha decoración y muy poco para comer.

¿Qué le dicen por la calle?

Poco, porque no me conocen. Salvo una señora, que no sabía mi nombre y le dijo a su amiga: «¡Éste el de los crujientes!». Y no sé por qué...

* Cuatro. Sábados y domingos, a las 20.25 horas.