¡Qué pinta tiene Dublín!

El local The Church, una antigua iglesia transformada en bar en Dublín.
El local The Church, una antigua iglesia transformada en bar en Dublín.
M.T. / MINISTERIO DE TURISMO DE IRLANDA
El local The Church, una antigua iglesia transformada en bar en Dublín.

En plena zona comercial de Dublín, al norte del río Liffey, se erige la iglesia de St. Mary. El exterior no llama demasiado la atención. A simple vista es uno más de los cientos de templos católicos repartidos por la capital de Irlanda. Pero al entrar, el choque es instantáneo: aún se conservan el órgano y las vidrieras, pero el espacio destinado a los bancos de los fieles está ocupado ahora por una barra de bar, el altar se ha sustituido por mesas de restaurante y los confesionarios se reservan para otro tipo de conversaciones íntimas. La antigua iglesia de St. Mary es ahora The Church, uno de los bares de moda de Dublín. La transformación de este templo religioso en local de ocio puede parecer una simple anécdota. Pero en realidad es un síntoma más del arraigo de la 'cultura de pub' entre los dublineses.

Para un irlandés, su pinta de cerveza es casi como una religión. Si tienen que hacer negocios a media mañana, quedan en el pub. Cuando acaban de trabajar, se juntan en los pubs. "Hasta los entierros se celebran en los pubs", cuenta –medio en broma, medio en serio– Marga, una española casada con un irlandés y afincada en Dublín. Y si la cerveza es una religión, su lugar de peregrinación es The Temple Bar. El barrio se extiende sobre una decena de calles, en una franja de tierra ganada al río. Pese a su reducida extensión, allí se concentran los pubs más concurridos de la ciudad y se ha convertido en primera parada de todo visitante. A cualquier hora del día, incluso en jornadas laborables, sus locales están repletos. El gran atractivo de The Temple Bar (además de la omnipresente cerveza) son las actuaciones musicales de cantautores en vivo. Lo más recomendable es callejear y probar a entrar en cualquier portal: muchos edificios con aspecto residencial ocultan pubs en su interior.

Los que prefieran huir de las multitudes tienen más zonas de bares para elegir en el resto de barrios de la ciudad. Para gustos, los colores: en Central South, el entorno de Grafton Street alberga pubs y restaurantes con estilo; en The Liberties y Kilmainham están algunos de los pubs más antiguos y de aire pintoresco, como The Brazen Head, en Bridge St. Upper; y en el barrio georgiano se pueden encontrar terrazas y locales para el público más elitista.

La fama cervecera de Dublín llega al punto de que su lugar más visitado no es ningún monumento histórico, ni un museo de arte ni un paraje natural. El punto de Dublín que más gente atrae es una fábrica de cerveza: la Guinness Storehouse. Se fundó en 1759, tras la firma de un contrato de alquiler con el Ayuntamiento por 9.000 años. De allí sale la bebida más consumida en el país, convertida en emblema del carácter dublinés. No en vano, su marca adorna la mayoría de las fachadas de la ciudad. En la factoría muestran el proceso de fabricación de la característica cerveza negra, enseñan el ritual para tirar una perfecta pinta Guinness (119,5 segundos, ni más ni menos) y, como colofón, se puede subir al Gravity Bar, un mirador desde el que se divisa una panorámica de 360 grados de la ciudad. Aunque el área Guinness es más que una fábrica: allí tienen su propio hospital, templos religiosos, parque de bomberos, funeraria, las viviendas de los empleados... Todo un distrito en plena ciudad.

Pero no solo de cerveza vive el viajero. Uno se puede calzar unas zapatillas cómodas (y el paraguas, que no falte) y recorrer la ciudad a pie, sin prisas. Callejear por los barrios al sur del río es como volver al siglo XVIII. En aquella época de dominación inglesa, Dublín creció adoptando el estilo georgiano. Después, en el resto de ciudades del antiguo imperio británico los edificios georgianos fueron sustituidos por los victorianos. Pero la urbe irlandesa conservó la arquitectura en gran parte de su territorio. El barrio residencial georgiano sigue prácticamente intacto: sus edificios ahora son oficinas y despachos de abogados, en lugar de viviendas, pero en las fachadas de ladrillo aún resaltan las puertas de colores y las ventanas de guillotina.

El estilo también está presente en edificios administrativos, en el parque St. Stephen's Green y en el Castillo de Dublín. Aunque ninguno iguala a la riqueza del Trinity College, donde se mezclan el estilo georgiano y el neoclásico. Este complejo alberga la universidad más antigua de Irlanda. De hecho, todavía se puede ver a los jóvenes estudiantes compartiendo espacio con grupos de turistas. La joya más preciada es la biblioteca, tanto por su estructura como por los 4,25 millones de libros que contiene. Entre ellos sobresale el Libro de Kells, el ejemplar más antiguo que se conserva en su interior (siglo vii), escrito en latín y con ilustraciones que reflejan motivos celtas.

La devoción de los dublineses por la cerveza solo es equiparable a la que tienen por San Patricio. El 17 de marzo, los irlandeses repartidos por todo el mundo conmemoran el día de su patrón (yendo a pubs, por supuesto). En Dublín, esta jornada se celebra con una procesión –más festiva que religiosa– que parte de la avenida O'Connell. Allí, en la orilla norte del Liffey, se concentran edificios neoclásicos, como el General Post Office –símbolo del nacionalismo irlandés tras el levantamiento contra los ingleses– o construcciones modernas, como The Spire –una aguja de 120 metros de altura que rasga el skyline dublinés–. El desfile de San Patricio prosigue su camino cruzando el río hasta llegar a la catedral del patrón. Después, una vez cumplido el protocolo con el santo, los irlandeses (y el visitante) vuelven a lo importante: su pinta de cerveza en buena compañía.

La huella de Arthur Guinness en cada rincón de la ciudad

La fábrica de Guinness.

Arthur Guinness (1725-1803), además de fundar la fábrica de cerveza negra más popular de Dublín, es considerado como un benefactor de la ciudad. Su familia ha financiado obras sociales y participado en la recuperación de edificios. Los Guinness pagaron la reforma de las baldosas en la catedral de St. Patrick, donaron barriles de cerveza para utilizar su madera en el techo de la biblioteca del Trinity College y crearon la Fundación Georgiana, que se encarga de proteger la típica arquitectura de la ciudad.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento