El diseñador vampirizado en los años 50 que se convirtió en un genial escultor de papel

  • Irving Harper trabajó para el reputado diseñador de muebles George Nelson que, como era costumbre en la época, firmó como suyas las creaciones de su empleado.
  • A mediados del siglo XX, Harper comenzó a crear en papel piezas de carácter escultórico inspiradas en Picasso, el jeroglífico egipcio y el arte africano.
  • El pasatiempo se convirtió en una asombrosa colección de 300 figuras que imitan materiales como la madera, la piedra o el metal y que editan ahora en libro.
Cuatro obras en papel de las 300 que realizó Harper a lo largo de 60 años
Cuatro obras en papel de las 300 que realizó Harper a lo largo de 60 años
© Irving Harper Works In Paper, Edited by Michael Maharam, Skira Rizzoli, 2013
Cuatro obras en papel de las 300 que realizó Harper a lo largo de 60 años

Sufrió el anonimato al que estaban sometidos los diseñadores de los grandes estudios en las décadas de los cincuenta y sesenta. Irving Harper (1916) trabajó 17 años para George Nelson (1908-1986), director de diseño de la famosa empresa Herman Miller. Conocida por sus distinguidos muebles y complementos para oficinas y hogares, la compañía de diseño industrial fue una de las fundadoras del modernismo estadounidense, con objetos que combinaban la belleza y el pragmatismo.

Harper, que ahora tiene 96 años, es autor de símbolos del diseño como el sofá Marshmallow (1956) y el reloj Sunburst (1948), piezas esenciales que, sin embargo, fueron atribuidas a Nelson, que, como era costumbre en la época, vampirizaba a sus empleados y se atribuía en solitario los diseños cuando las creaciones de los subordinados eran obra del conjunto de la compañía.

Pero además de su producción como diseñador, Harper desarrolló una sorprendente faceta como artista del papel. En su casa de Rye (Nueva York) atesora unas 300 inusuales piezas de carácter escultórico que realizó en papel como puro pasatiempo, "para liberar estrés" y relajarse.

El libro Irving Harper Works in Paper (Los trabajos de Irving Harper en papel), publicado por la editorial estadounidense Rizzoli, rescata esa habilidad pasmosa y recopila por primera vez esta colección privada al completo, creada a lo largo de seis décadas entre las que están los años en que el diseñador fue empleado de Nelson y creaba a menudo modelos y maquetas para presentar los proyectos. La destreza que adquirió le hizo ver la versatilidad de un material que no requería aparatos ni maquinaria para convertirse en arte.

Elegantes líneas y aparente sencillez

Nunca hizo bocetos previos, se dejaba llevar por lo que le apetecía expresar y no imaginaba que ninguna de sus creaciones trascendiera más allá del ámbito privado. Influido por Picasso, los jeroglíficos egipcios, el arte de oceanía y el africano —del que se declara un profundo admirador— Harper ideó sus figuras con la mente puesta siempre en las elegantes líneas y la aparente sencillez del modernismo estadounidense, un movimiento que en el diseño industrial además apostaba por la transformación de materiales humildes en refinadas piezas de artesanía y diseño.

La combinación resulta en figuras de guerreros y máscaras tribales que parecen talladas en madera o esculpidas en una piedra pulida a la perfección, estructuras abstractas que imitan la rigidez del metal, figuras de animales cubiertas de púas triangulares... Nunca se planteó venderlas: le gusta tenerlas disponibles, son objetos preciados que no se cansa de admirar. La incapacidad de desprenderse de las obras fue el motivo —según cuenta— para dejar de fabricarlas en el año 2005, cuando dejó de tener espacio para exhibirlas en su hogar.

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