Entre Avilés y Cudillero, por la desembocadura del Nalón

La desembocadura del Nalón, entre Avilés y Cudillero, es –como tantos otros de Asturias– un territorio de bellas playas, deslumbrante patrimonio natural y una deliciosa gastronomía. En esta última brilla con luz propia el rape, o sea, el pixín. Cocinado de mil maneras, es ejemplo de cómo sacar provecho de la escasez… hasta las espinas valen para una sabrosa sopa.

Muros del Nalón y San Esteban de Pravia celebran por estas fechas las Jornadas Gastronómicas del Pixín. Muchos restaurantes elaboran menús con entradas de pixín, seguidas de un plato de este pescado en sus distintas variedades, fiesta a la que se suman algunos bares con propuestas de tapas.

Pero antes, o después, nuestra ruta por el Bajo Nalón, se inicia en Avilés. Aquí deberíamos visitar la plaza de España, El Parche, con la casa de García Pumarino y el palacio del Marqués de Ferrera. En frente, la calle de la Ferrería que con la de la Fruta y la del Sol, compone el Avilés medieval. Muy cerca queda la casa gótica de Valdecarzana y el edificio más antiguo de Avilés, la iglesia románica de los Padres Franciscanos.

Del Avilés moderno, cruzando la ría, es representante el Centro Cultural Niemeyer. Y para irse de pinchos, el barrio marinero de Sabugo.

Dejando atrás Avilés, llegamos a Salinas. En el barrio de la Peñona está el original museo de anclas Philippe Cousteau, en honor al hijo del legendario Jacques Cousteau. Cerca nos queda el puerto de Santa María del Mar, la isla de Deva y la playa de Bayas, excelente mirador ornitológico.

A continuación, San Juan de La Arena, cuya cofradía de pescadores vive solo de la captura de angulas de la ría (en marzo celebran el Festival Gastronómico de la Angula). Seguimos hasta San Esteban de Pravia, cuyo puerto está declarado conjunto de interés histórico-industrial.

El camino nos lleva hasta Pravia, que fue capital del reino de Asturias durante el siglo VIII. De aquella época queda la iglesia prerrománica de San Juan. Junto al templo está el Museo Prerrománico de Santianes, y muy cerca, el núcleo del Rincón de las Aves, con más de doscientas especies.

La ruta sigue por Muros del Nalón –imprescindible su palacio de Valdecarzana y Vallehermoso, de portada plateresca– y acaba en Cudillero, mil y un veces fotografiado por lo pintoresco de su estampa, como un teatro abierto al mar. Toca recorrer miradores, rincones, tabernas y los jardines del palacio de los Selgas.

Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!